Ejercicio de fuerza, alimentación balanceada, salud bucal, aprendizaje continuo y descanso reparador son claves para envejecer mejor.
Aunque no existe una fórmula mágica para detener el paso del tiempo, la ciencia ha identificado hábitos capaces de influir en la edad biológica, aquella que refleja el estado real de órganos y células, más allá de los años cumplidos.
De acuerdo con investigaciones citadas por GQ, Mayo Clinic y Northwestern Medicine, cinco prácticas cotidianas pueden marcar la diferencia en la longevidad y calidad de vida:
Ejercicio de fuerza: La pérdida de masa muscular es uno de los efectos naturales del envejecimiento. El entrenamiento con pesas o resistencia, al menos dos o tres veces por semana, ayuda a mantener fuerza, proteger huesos y reducir el riesgo de caídas. Alimentación equilibrada: Una dieta rica en proteínas, carbohidratos complejos y grasas saludables, como la mediterránea, contribuye a una mejor salud celular. Se aconseja limitar alcohol, azúcares, ultraprocesados y exceso de carne roja. Cuidado de la salud bucal: Mantener una buena higiene dental no solo previene caries y enfermedades de las encías, también reduce riesgos cardiovasculares y neurológicos, según estudios médicos recientes. Aprendizaje continuo: Desarrollar nuevas habilidades, como aprender un idioma o tocar un instrumento, fomenta la creación de conexiones neuronales y retrasa el deterioro cognitivo. Dormir entre 7 y 8 horas diarias: El sueño reparador es fundamental para la regeneración celular. Dormir menos o más de lo recomendado puede afectar el sistema inmune y acelerar el desgaste físico y mental. La combinación de estos hábitos, señalan los expertos, no solo puede ralentizar el envejecimiento, sino también mejorar la vitalidad y reducir el riesgo de enfermedades crónicas.