¿Verdaderamente existe el mal de ojo?
Según las creencias, una persona puede causarle el mal a otra con solo mirarla.
Entre las creencias populares más arraigadas a la cultura está la del mal de ojo, que consiste en la capacidad de una persona de causarle el mal a otra solamente con mirarla. Este efecto puede ser consciente o inconsciente.
Según el portal eldiariony.com, que cita a Natursan, es posible que sí exista el mal de ojo, pero no como una condición inducida por otra persona, sino como resultado de nuestro propio convencimiento de que alguien está obrando en nuestra contra.
La creencia sobre la existencia del mal de ojo se encuentra extendida a través de diferentes culturas con alguna que otra variación. Por ejemplo, hay países orientales donde se piensa que las personas con ojos claros tienen una mayor capacidad para causar el mal de ojo.
Según las creencias, el mal de ojo se alimenta de la envidia o de los sentimientos negativos de la persona, aunque también sería posible que el mal de ojo se apoye en los sentimientos positivos del sujeto.
En una persona adulta, el mal de ojo podría tener un fuerte efecto emocional y mental, más que físico; todo lo contrario a lo que ocurriría con los recién nacidos.
¿Qué presenta una persona con mal de ojo?
-Nerviosismo que puede generar náuseas, vómitos y mareos
-Sensación continua de malestar
-Incapacidad para descansar bien
-Sensación repentina de paranoia y sin causa aparente
-Sensación de miedo profundo sin saber la razón
De acuerdo con el sitio web, es importante indicar que los supuestos síntomas del mal de ojo son más pronunciados en las personas que creen en esta condición, mientras que las personas que no consideran el mal de ojo como algo real, no se sentirían afectados.
El portal destaca que las personas que no creen en el mal de ojo le cierran las puertas a la manifestación de energía en la que consistiría esta afectación, mientras que aquellos que sí creen en ella, se colocan en un estado de vulnerabilidad.
El mal de ojo es una condición que varía según la persona, y aunque no sea tan grave como para que una persona se haga daño, sí puede darnos algún que otro dolor de cabeza que obstaculice nuestro ritmo de vida normal.