El extraño caso del libro que podía matar a sus lectores
El libro intentaba ser una advertencia para los usuarios.
Un elemento clave en la decoración de las casas victorianas de las clases medias y acomodadas -—además de las pesadas cortinas, las alfombras estampadas y los oscuros muebles de madera— era el empapelado que adornaba sus paredes.
Los papeles recubiertos con delicados motivos florales, sobre todo aquellos en tonalidades vedes, causaban furor a mediados del siglo XIX en Estados Unidos.
Para lograr estos vívidos colores, sin embargo, los fabricantes recurrían a un peligroso elemento químico: el
Los victorianos sabían que el arsénico podía ser letal si se ingería directamente.
Tal es así que se lo conocía como el , porque podía emplearse para desembarazarse de familiares ricos y ancianos y recibior una fortuna.
Pero lo que muchos desconocían era que también puede resultar dañino para la salud si se.
A fin de proteger al los ciudadanos de este "asesino" en el hogar, el profesor de química estadounidense advirtiendo sobre sus peligros.
"Shadows from the Walls of Death" (Sombras de las paredes de la muerte"), explicaba por qué era necesario evitar estos empapelados e incluía 84 muestrasde los mismos, con lo cual, paradójicamente,
Los que lo leían y pasaban las páginas en las que se encontraban las muestras del papel de pared entraban en contacto con el arsénico que estas contenían, lo que podía llegar a tener consecuencias fatales.
Cuando este detalle se hizo evidente, publicadas y distribuidas en bibliotecas de Estados Unidos.
Solo quedan cuatro ejemplares en existencia y para quien quiera consultarlo sin necesidad de correr ningún tipo de riesgo, la Biblioteca Nacional de Medicina de Estados Unidos acaba de .
Náuseas y vómitos
Según explica en un blog Krista Stracka, catalogadora de la sección de libros raros y manuscritos antiguos de la división de historia de la medicina de la Biblioteca Nacional de Medicina de EE.UU., en el siglo XIX se produjo un , que desde antaño se utilizaba como medicina y veneno.
"Los agentes colorantes que contenían arsénico eran baratos de producir y capaces de crear tonalidades vívidas", dice Stracka.
"Sobre todo los vibrantes tonos verde de Sheele y verde de París, que se convirtieron en pigmentos muy de moda", añade.
Este color se empleaba en telas, muebles, juguetes y otros objetos.
Pero fue su uso extensivo en los empapelados lo que despertó alarma en los médicos, quienes notaron un
Los síntomas más comunes —náuseas y vómitos, cólicos, diarreas, irritación de la piel y dolores en las articulaciones— desaparecían una vez que se eliminaba la fuente de origen, es decir, el contacto con los pigmentos dañinos.
Campañas
La eliminación del arsénico en la fabricación de pigmentos no ocurrió de un día para otro.
Aunque ya se habían registrado advertencias sobre sus efectos en la salud humana, su impacto era difícil de comprobar.
Por un lado, los síntomas que provocaba se asemejaban a los de otras enfermedades como el cólera o la disentería, y, por otro, la susceptibilidad a la exposición de empapelado fabricado con arsénico variaba enormemente según cada individuo.
Finalmente, gracias a una serie de campañas de educación (y en parte al libro de Kedzie), el arsénico dejó de usarse y los fabricantes de papeles se vieron obligados a recurrir a otros pigmentos.
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