¿Cómo seríamos si pudiésemos vivir bajo el agua?

¿Te imaginas poder pasar largos ratos bajo el agua sin necesidad de subir a la superficie para respirar?
31 ago 2015 , 11:39
Redacción

¿Te imaginas poder pasar largos ratos bajo el agua sin necesidad de ir a la superficie?

Los humanos han sentido desde siempre fascinación por el mar.

 

Después de todo, el agua cubre el 71% de nuestro planeta.

 

Y desde que el explorador marino Jacques-Yves Cousteau inventó en 1943 una escafandra autónoma para respirar bajo el agua durante sus inmersiones, se han hecho numerosos avances tecnológicos que han mejorado nuestra experiencia acuática.

 

 

Pero si hacemos a un lado el buceo, el submarinismo o los hoteles bajo el agua, ¿es posible vivir realmente –o al menos pasar largas estadías– bajo el agua?

 

 

 

 

 

"Dentro de 50 años una nueva raza de humanos, el Homo aquaticus, vivirá bajo el agua sin necesidad de llevar un suministro de aire", decía Cousteau.

 

Su visión no se ha hecho realidad.

 

Pero al menos hoy podemos entender cómo tendría que ser nuestro cuerpo para adaptarse a este medio.

 

 

Nuestro tamaño, por empezar, debería ser más grande para evitar la pérdida de calor corporal.

 

Necesitaríamos pies y manos palmeadas, es decir, con los dedos ligados entre sí por una membrana para nadar con más fuerza.

 

Las piernas unidas, como las de las míticas sirenas, también nos permitirían impulsarnos mejor en el mar.

 

 

 

 

Un cuerpo elongado y sin mucho relieve haría más fácil el deslizamiento por el agua.

 

Haría falta tener un ritmo cardíaco más pausado y que la sangre fluya sólo hacia los órganos más importantes.

 

También pulmones con una estructura plegable, para evitar el síndrome de descompresión.

 

Y ojos con capacidad de enfocar tanto arriba como abajo del agua.

 

 

Desde cazadores nómadas hasta atletas de competición, algunos humanos tienen habilidades semejantes a la de los animales marinos. ¿Qué características los distinguen?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La mayoría de nosotros vemos con muy poca definición cuando estamos bajo el agua. Esto es porque nuestro iris se abre para lidiar con la falta de luz.

 

 

 

 

Los Moken –un pueblo ancestral austronesio que habita el sudeste asiático– pueden controlar, sin embargo, este reflejo del ojo.

 

Ellos pueden cerrar el iris para ver con mayor claridad cuando nadan por debajo de la superficie del agua. Estudios recientes muestran que cualquier niño puede aprender este truco.

 

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