La mujer que se gana la vida matando narcotraficantes

María (no es su nombre real) es una asesina a sueldo.
26 ago 2016 , 11:13
Redacción

"Me siento culpable y angustiada. No quiero que las familias vengan por mí", dijo.

Cuando conoces por primera vez a alguien que ha matado a seis personas, no esperas encontrarte con una muchacha diminuta y nerviosa que carga un bebé.

". Estaba muy asustada y nerviosa porque era mi primera vez", confiesa.

Y ahora "María" (no es su verdadero nombre) lleva a cabo asesinatos por encargo, en el marco de la guerra que el gobierno filipino está librando contra las drogas.

La joven forma parte de un equipo que incluye a tres mujeres, muy valoradas porque pueden  que levantaría un hombre.

Y desde que Rodrigo Duterte fue elegido presidente (en junio de este año) y urgió a los ciudadanos y a la policía a matar narcotraficantes, María ha asesinado a cinco personas más, 

Le pregunto quién le dio la orden para acabar con la vida de esas personas.

, me responde.

En la misma tarde en que nos encontramos, a ella y su marido les dijeron que la dirección de su casa había sido expuesta, así que tienen que mudarse cuanto antes.

La controversial guerra del Estado contra las drogas le está aportando

Y me cuenta cómo comenzó: cuando un policía le encargó a su esposo que matara a un deudor, quien era también un traficante de drogas.

"A mi esposo le ordenaron , explica.

Y eso se convirtió en un encargo regular para su marido, hasta que emergió una situación más compleja.

"Una vez, necesitaron a una mujer y mi esposo me escogió para hacer el trabajo. Cuando vi al hombre a quien tenía que matar, ", cuenta.

María y su marido provienen de un barrio pobre de Manila y no tenían ingresos fijos. Pero eso cambió cuando aceptaron convertirse en asesinos a sueldo.

Ahora ganan -una fortuna en Filipinas- y lo dividen entre tres o cuatro de los sicarios.

Pero María quiere salir de esa situación. Y no sabe cómo.

Vidas "sin importancia"Los asesinatos por encargo no son nuevos en Filipinas, pero losnunca habían tenido tanto trabajo como ahora.

Y es que el mensaje del presidente Duterte ha sido inequívoco.

Antes de su elección,  en sus seis primeros meses en el cargo.

Y lanzó una advertencia a los narcotraficantes: "No destruyan mi país porque les mataré".

El pasado fin de semana se reiteró, al tiempo que defendía los asesinatos extrajudiciales de criminales sospechosos.

Si voy a enfrentar todo esto... ¿significan algo 100 vidas de estos idiotas?", declaró Duterte.

Lo que desató su despiadada campaña fue la proliferación de, tal y como se conoce a esta droga en Filipinas.

Barata, fácil de fabricar y muy adictiva, ofrece un colocón instantáneo, una vía de escape a la suciedad y a la monotonía de la vida en los barrios pobres y una forma de sobrellevar trabajos agotadores.

¿Qué es el "shabú"?


Duterte dice que es que afecta a millones de sus ciudadanos.

También es un negocio muy rentable.

El presidente filipino dijo que hay 150 altos funcionarios, oficiales y jueces vinculados con este comercio. .

Los más pobresEl blanco de los escuadrones de la muerte, sin embargo, son quienes están en los estratos más bajos.

Según la policía, en incidentes relacionados con las drogas desde que Duterte asumió la presidencia del país el pasado 30 de junio.

De todos ellos, dicen,  en operaciones de arresto.

El resto de las muertes están, oficialmente, siendo investigadas. En la práctica, la mayoría siguen sin explicación.

Casi todos esos cuerpos ensangrentados son descubiertos cada noche en los barrios pobres de Manila y otras ciudades.

A menudo, se encuentran al costado de los muertos señales de cartón advirtiendo a otros que no se involucren con las drogas.

Es una guerra que se libra . Y personas como María son utilizadas para ejecutarla.

 

La guerra de Duterte contra el narcotráfico

Desde el 1 de julio

1.900

muertes relacionadas al narcotráfico

Policía Nacional de Filipinas

AFP

Pero también es

En Tondo, la zona de chabolas cerca del puerto de Manila, la mayoría de los residentes aplauden la dura campaña del presidente.

Culpan al "shabú" por el aumento de la criminalidad y por destruir vidas, aunque a algunos y que estén atrapando a víctimas inocentes.

Miedo y culpaUna de las personas a quienes buscan los escuadrones de la muerte es Roger (nombre ficticio).

Se volvió adicto al "shabú" en su juventud, relata, mientras trabajaba como jornalero temporal.

Como muchos otros adictos,pues era un trabajo más acomodado que el de jornalero.

Trabajó con muchos , a veces tomando parte de la droga que confiscaban en redadas para vender.

Ahora se encuentra a la fuga, moviéndose de un lugar a otro cada pocos días para evitar que le encuentren y le maten.

"Cada día, cada hora, no logro sacar el miedo de mi pecho.  tener que estar escondiéndose todo el tiempo".

"Nunca sabes si quien está frente a ti es un informante, o si te encuentras frente a tu propio asesino", declara.

"Es difícil dormir por la noches. Me despierto con cada pequeño ruido. . No sé en qué dirección ir cada día, en busca de un lugar para esconderme", cuenta.

Roger se siente culpable sobre su responsabilidad en el tráfico de esta destructiva droga.

"Creo verdaderamente que he cometido pecados. A más no poder.  porque se volvieron adictos, porque soy uno de los muchos que les venden droga", se lamenta.

"Pero puedo decir que no todos los que consumen drogas son capaces de cometer crímenes como robar y matar", dice

, promete.

Envió a sus hijos para que vivieran con la familia de su esposa, en el campo, y evitar así exponerlos a la epidemia de drogas.

Calcula que entre el 30 y el 35 por ciento de los vecinos de su barrio son adictos.

Entonces, cuando el presidente Duterte afirmó en varias ocasiones durante su campaña presidencial que mataría a los narcotraficantes y que arrojaría sus cuerpos en la bahía de Manila, ¿no tomó Roger en serio esas amenazas?

"Sí, pero  que fabrican las drogas, no a los pequeños traficantes como yo", responde.

"Me gustaría poder volver atrás en el tiempo. Pero es demasiado tarde. .

María también se arrepiente de la elección que tomó.

".".

También le preocupa lo que pensarán sus hijos.

"No quiero que nos recriminen que ellos pudieron vivir porque nosotros matamos por dinero". Sus hijos mayores ya comienzan a hacer preguntas sobre cómo ella y su marido ganan tanto dinero.

Un asesinato más, un contrato más y quisiera que fuera el último. Pero 

María se siente atrapada. Le pide perdón al cura cuando se confiesa en la iglesia. Pero no se atreve a contarle lo que hace.

¿Siente María que la campaña del presidente Duterte para acabar con el narcotráfico está justificada?

"Sólo hablamos sobre la misión, sobre cómo desarrollarla. Y cuando termina, nunca volvemos a hablar sobre ello".

Pero retuerce sus manos mientras lo dice y cierra fuerte los ojos