Hubo un momento en que Merideth Gilmor viajaba tanto por cuestiones de trabajo que se despertaba y se olvidaba en qué hotel estaba, o lo que es peor, en qué ciudad.
Gilmor, quien entonces trabajaba como relacionista pública para la marca de moda Cole Haan, pasó un tiempo considerable en Asia, donde la compañía se estaba expandiendo desde hacía cuatro años.
Al final de uno de esos viajes, durante un vuelo de regreso a su casa en Connecticut, Gilmor se dio cuenta de la cruda realidad. Tenía el trabajo que siempre había imaginado tener, tenía éxito, pero no estaría allí para ver a su hijo de 5 años de edad comenzar en el jardín de infancia.
"Amaba mi trabajo, pero amaba más a mi familia", reflexiona Gilmor.
Por eso, decidió renunciar. Entonces, a sus 30 años de edad, dio un aviso de dos meses, terminó algunos grandes proyectos y se fue para abrir su propia compañía de mercadeo y relaciones públicas.
Un mes después, estaba allí para el primer día de su hijo en la escuela.
Un golpe de suerte le sonrió después de su renuncia. En Cole Haan había trabajado con la estrella del tenis Maria Sharapova y ahora Sharapova necesitaba a alguien que le hiciera el trabajo de promoción.
Asociar su nueva firma con un nombre tan internacional ayudó sin duda a Gilmor a captar otros atletas, entre ellos varias estrellas profesionales de fútbol americano. Había encontrado una manera de ser mamá y de mantenerse en lo alto de su negocio.
La experiencia de Gilmor destaca un cambio sutil, pero muy real, de cómo los padres ahora dirigen la vida familiar y sus carreras. Muchos países occidentales solían ver el éxito y la crianza de los hijos como esfuerzos separados. Las familias tenían que elegir entre la hora del baño o la sala de juntas.
Sin embargo, cada vez más, los padres de alto nivel profesional están encontrando maneras de equilibrar la vida en casa con una carrera exitosa.