“Crecí como animal enjaulado en un orfanato rumano, pero a veces lo extraño”

Las imágenes que mostraban las condiciones en las que vivían los niños alarmaron al mundo.
09 abr 2016 , 01:31
Redacción

Izidor Ruckel fue criado en uno de estos centros y cuenta su historia de reinserción.

 

 

 

 

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Cuando los periodistas fueron a cubrir la caída de Ceausescu, algunos encontraron instituciones que no habían sido pensadas para que las viera el público o el mundo exterior.

 

Izidor Ruckel hablando con la BBC.

 

El mundo quedó en shock al descubrir que tales condiciones existieran.

 

 

 

Cuando tenía 6 meses me enfermé y mis padres me llevaron a un hospital para que fuera atendido.

 

Pero en vez de que me curaran, terminé infectado con poliomielitis.

 

 

Entonces el Estado me puso en una institución para niños discapacitados, un orfanato conocido como "el hospital para los niños irrecuperables".

 

Eso era todo lo que conocíamos, todo lo que podíamos recordar.

 

No teníamos compasión; no teníamos sentimientos o emociones.

 

 

Éramos animales salvajes que necesitaban ser enjaulados.

 

Crecía ahí hasta los 11 años.

 

Cargando con el daño

 

Me adoptó una familia de San Diego, California, Estados Unidos: Marlis y Daniel Rackhome.

 

Izidor Ruckel fue adoptado por una familia estadounidense, pero no todo fue color de rosa.

 

Fue muy difícil. No me podía adaptar a un ambiente familiar.

 

Mi mente estaba acostumbrada a vivir en la institución. Estaba desesperado por volver a Rumania.

 

 

Hasta les escribí a los trabajadores sociales para pedirles que me dejaran quedarme allá hasta cumplir los 18 años.

 

Todos me dijeron que no.

 

Regreso

 

Volví a Rumania en 2001.

 

Izidor Ruckel con su familia biológica.

 

Fui a buscar a mi familia biológica, en busca de respuestas.

 

También visité la institución en la que crecí.

 

Traté de entender a mi mamá. Traté de conocerla.

 

Pero desafortunadamente,

 

 

Si nunca hubiera venido a Estados Unidos, estaría o en la calle o muerto.

 

Hay tantos niños que son sencillamente expulsados del sistema.

 

Es difícil dejar esa experiencia atrás.

 

Cuando veo en Rumania o en cualquier otro país a algún , o comportándose de maneras en típicas de personas institucionalizadas, puedo reconocer instantáneamente a quienes crecieron en un orfanato.

 

La gente no lo puede entender pues nunca vivieron esa experiencia.

 

Estábamos acostumbrados a eso, ahí fue donde crecimos, es nuestro hogar.