Francisco arremete contra la "cultura del privilegio" en Madagascar

ANTANANARIVO, Madagascar.- Francisco criticó los
08 sep 2019 , 11:04
Redacción

El máximo representante de la Iglesia Católica aseveró que la pobreza no es inevitable.

El papa Francisco insistió este domingo 8 de septiembre en que la pobreza no es inevitable y que los pobres merecen la dignidad del trabajo, mientras visitaba una cantera en Madagascar donde cientos de personas trabajan en lugar de hurgar en el vertedero más grande de la capital.

 

El líder católico hizo un llamado a encontrar nuevas estrategias de desarrollo para combatir la pobreza mundial al visitar el proyecto Akamasoa, o "Ciudad de la Amistad", que se eleva en una ladera sobre el vertedero en Antananarivo. Akamasoa fue fundado por un sacerdote argentino que se sintió tan abrumado por la miseria en Madagascar que decidió buscar formas de que los pobres pudieran ganarse la vida. Durante 30 años, la cantera de Akamasoa ha producido las piedras con las que se construyeron las viviendas, carreteras, escuelas y clínicas que ahora salpican la ladera cubierta de pinos de Antananarivo.

 

Al saludar a los aldeanos y trabajadores de las canteras, Francisco agradeció que Dios "escuchara el grito de los pobres".

 

"Su petición de ayuda, que surgió de la falta de vivienda, de ver a sus hijos crecer desnutridos, de estar sin trabajo y a menudo considerados con indiferencia, si no desdeño, se ha convertido en una canción de esperanza para ustedes y para todos los que lo ven”, dijo el papa a los fieles. “Cada rincón de estos vecindarios, cada escuela o dispensario, es una canción de esperanza que refuta y silencia cualquier sugerencia de que algunas cosas son 'inevitables’”

 

"Digámoslo con fuerza: ¡la pobreza no es inevitable!", agregó el papa.

 

Los salarios bajos son “una injusticia” pero permiten que las familias puedan enviar a sus hijos a la escuela, señaló el fundador de Akamasoa, el reverendo Pedro Opeka.

 

“Akamasoa es una rebelión contra la pobreza, es una rebelión contra el fatalismo”, dijo Opeka a The Associated Press antes de la visita del papa. “Cuando empezamos aquí era un infierno, gente que estaba excluida de la sociedad”.

 

El proyecto, financiado con donantes de todo el mundo y reconocido por el gobierno de Madagascar, dice haber construido unas 4.000 viviendas en más de 20 pueblos para alojar a unas 25.000 personas desde su fundación en 1989. Unas 700 personas trabajan en la cantera empleando mazas sencillas para extraer trozos de granito, mientras que otros trabajan como carpinteros o asisten a clases de formación. Unos 14.000 niños han pasado por sus escuelas.

 

Madagascar es uno de los países más pobres del mundo pese a disponer de enormes y únicos recursos naturales. El 75% de sus 24 millones de habitantes viven con menos de dos dólares al día, según el Banco Mundial, y solo el 13% de la población tiene acceso a electricidad.

 

Francisco, el primer papa del Hemisferio Sur, predica desde hace tiempo sobre la dignidad del trabajo y la necesidad de que todos los adultos sanos puedan ganar suficiente para alimentar a sus familias.

 

Susane Razanamahasoa, de 65 años, ha trabajado en una cantera durante 20 años, 9 horas y media al día, para mantener a sus seis hijos. La visita del papa le hizo recordar la dedicación del humilde San Francisco de Asís, del que tomó su nombre de papa.

 

“Es un hombre extraordinario, y el hecho de que haya tomado el nombre de Francisco, por San Francisco de Asís, significa que está sediento de vida como San Francisco”, dijo durante un descanso en su jornada. “Estoy llena de alegría porque viene”.

 

Francisco comenzó su día con una misa en una explanada polvorienta en la capital, donde los fieles que participaron en una vigilia pasaron una noche fría y ventosa guardando su sitio para la ceremonia del domingo.

 

Los asistentes vitorearon y ondearon banderas de plástico de Madagascar y el Vaticano mientras Francisco pasaba con su papamóvil entre la multitud antes de la misa, levantando polvo rojo a su paso. Citando a los organizadores locales, el Vaticano dijo que en torno a un millón de personas asistieron.

 

El papa viaja el lunes a Mauricio, en el Océano Índico, para el último día de su gira de una semana por tres países africanos.

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