El desenfoque de Pabel Muñoz

29 may 2025 , 10:42
Carlos Rojas

El Alcalde de Quito no ha estado en sus mejores días. La derrota estrepitosa de Luisa González, junto al derrumbe moral de la Revolución Ciudadana y su líder principal sumieron a la militancia en una densa sensación de orfandad. Pabel Muñoz no pudo abstraerse de ello.

Más aún si a la vuelta de la esquina avanza un proceso de revocatoria de mandato que, incierto todavía, le ha movido el piso... pero para mal.

Ha quedado en evidencia que su despacho no tiene una estrategia sólida que le permita neutralizar el riesgo de quedarse fuera de la Alcaldía y, lo que es peor, explicar a los capitalinos por qué su trabajo merece reconocimiento.

Es tal la falta de ideas claras y de frescura para ponerlas en escena, que Muñoz ha cometido errores innecesarios. El peor de ellos: montar en redes sociales una campaña con influencers quiteños que saludan las obras del Municipio. Estos personajes no le aportan nada, porque su comedia, a ratos vulgar, está muy venida a menos. Y, lo más censurable, muchos fueron parte del ejército de aduladores del correísmo que se activó en la campaña por Luisa González de forma agresiva y perjudicial. ¡Pabel repite la fórmula!

Un ejemplo es el señor Kike Vivanco, quien días antes de la segunda vuelta maldijo, desde los micrófonos de Radio Pichincha Universal, financiada por los impuestos que recibe la Prefectura, a varios medios y periodistas. Lo hizo con odio, insultos y un lenguaje procaz. Él ahora celebra la rehabilitación del parque La Carolina.

Eduardo Andino, periodista deportivo, que se integró a plataformas digitales como Ingobernables, en la campaña de González, también ha sido cuestionado por alabar el trabajo del Alcalde, pues su hermano Mauro ha militado en la Revolución Ciudadana y en Pachakutik. Es decir, todo queda en familia.

No se entiende cómo en los momentos más críticos de un alcalde metropolitano, sus estrategas recurran a la propaganda fácil, sin ningún sentido político o cívico. Ni siquiera hay humor.

Los videos que circulan en redes buscan al sector popular, como si con ello se cubriera el enorme déficit de una ciudad presa, desde hace varias administraciones, del nefasto clientelismo.

Y lo más triste: solo se habla de repavimentación, creyendo que la popularidad de Muñoz se mide por kilómetros de asfalto y no por la falta de un gran proyecto en el que Quito pueda soñar.

Este miércoles, el Alcalde dio una entrevista a FM Mundo. Tampoco se sintió una estrategia clara sobre cuál es el principal derrotero.

Se oyó a un Pabel Muñoz que da seguimiento a los asuntos del Metro, contento porque ello ha reanimado los comercios en las paradas, mientras que ya está en la mitad de su periodo y no se ha hecho nada de fondo por reorganizar al transporte urbano y su pésimo servicio.

Hay que saludar la compra de 60 nuevos troles para una operación que controla el cabildo desde 1995.

Llama la atención que el Alcalde explique con absoluto letargo el proceso lentísimo de soterramiento de cables, prometiendo que hasta 2027 quitará 70 kilómetros de tallarines: la misma cantidad que anunciaron sus antecesores.

O sea, nada de nuevo para el que quizás es el principal problema de una ciudad que desde siempre ha vendido el concepto de belleza como su sello de identidad.

De eso ya no queda nada, como bien lo apuntó Christian del Alcázar Ponce en la entrevista, y a lo que Muñoz no logró responder con fuerza ni aplomo, pues sabe que en Quito ya no hay como tomarse una foto en la calle, y no porque roben el celular, sino porque ninguna imagen es digna de subir al Instagram mientras haya tanto cable espantoso destruyendo el entorno y el turismo.

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Más allá de que para mucha gente es un absurdo apoyar la revocatoria de su mandato y que a lo mejor el proceso puede frustrarse en el camino, este difícil momento para Muñoz debiera servir como el espacio para dar la vuelta a la visión sobre la ciudad, algo que la transforme para siempre.Ello no ha ocurrido y el tiempo se agota. No se siente cuál es el proyecto porque el que debemos recordarle.

Ello no ha ocurrido y el tiempo se agota. No se siente cuál es el proyecto porque el que debemos recordarle.