Crisis en la Salud, crisis comunicacional
En países como Ecuador, la realidad siempre superará la ficción. Esa es la máxima que cualquier equipo de comunicación política debiera seguir a la hora de asesorar y guiar a los gobiernos en la elaboración de sus mensajes, pues nunca un video de 30 segundos para Tik Tok reemplazará la importancia de la información pública relevante.
Lo que ha ocurrido los últimos días con la crisis de Salud ha demostrado que en Carondelet no están listos para enfrentar un problema de la magnitud de los hospitales públicos. Por eso, la prensa, con sus investigaciones y denuncias, ha marcado la agenda noticiosa en este campo. La oposición y los grupos críticos han hecho de este tema un espacio para el legítimo cuestionamiento por cómo marcha la administración pública.
El Régimen, en cambio, ha trastabillado en varios momentos y, lejos de enfocar con claridad esta problemática, se queda en lo de siempre (porque eso ocurre con todos los gobiernos): hacer anuncios y crear comisiones, básicamente, para saltar el bache, esperando que la gente se olvide del tema o se entretenga en el próximo suceso.
Sin embargo, un asunto tan delicado como el abandono de las casas de salud, que afecta a las personas más desamparadas, no puede manejarse como si se tratara de la pugna de dos asambleístas o del conflicto de algún ministro travieso.
Los problemas en este sector pueden destruir la buena imagen de cualquier presidente, peor si este no plantea líneas de acción que permitan al pueblo suponer que habrá soluciones y cambios positivos en el mediano plazo.
Tal y como ocurrió con la crisis de los apagones, hace un año, el Gobierno partió de la negación de la crisis. Varias veces, la prensa advirtió -Ecuavisa, en primera línea-, que en los hospitales públicos ya no había ni comida, peor medicina. La respuesta oficial nunca fue contundente.
La bulla alrededor de la muerte de 12 neonatos en el Hospital Universitario de Guayaquil obligó a Carondelet a aterrizar en un suelo que le ha generado desgaste. Politizar la discusión no fue una buena estrategia, porque Daniel Noboa gobierna este país desde hace 21 meses y ya aparecen indicadores que responden exclusivamente a su mandato.
El hecho de que por el Ministerio de Salud hayan rotado cuatro ministros es la evidencia de que no hay una comprensión real de la crisis y, por tanto, las soluciones por ahora solo tienen efectos parche.
Muy poco se obtendrá con la administración de los militares en los tres hospitales públicos de Guayaquil, tomando en cuenta que a las FF.AA. se les vuelve a ocupar en tareas que no les compete, solo por suponer que con ellos se combatirá la corrupción.
Ahora se ha creado un consejo nacional de salud que buscará centralizar la compra de medicinas, a la par que se anuncian unas auditorías que debieron hacerse en noviembre de 2023. Todo, absolutamente todo es reactivo.
Si a eso se suma la negativa del actual ministro y de otras autoridades a comparecer ante la prensa y explicar la gravedad del problema, la percepción de que esta crisis los está sobrepasando se vuelve real.
Manejar un tema de tanta complejidad con anuncios superficiales solo ahondará las críticas. La política de comunicación del Régimen debiera articularse con mayor profundidad, análisis y pedagogía y no con tanta propaganda.
Manejar un tema de tanta complejidad con anuncios superficiales solo ahondará las críticas. La política de comunicación del Régimen debiera articularse con mayor profundidad, análisis y pedagogía y no con tanta propaganda. Sería absurdo que con este tema les pase lo mismo que con los apagones de septiembre, donde a todas luces, la realidad del país superó la ficción que los políticos suelen construir como una estrategia de maquillaje.