Andrés Arauz debe rendir cuentas
El excandidato y actual secretario nacional de la Revolución Ciudadana hará todo lo posible para desmerecer cualquier alegato o evidencia que la Fiscalía aporte para encaminar la acusación en su contra por asociación ilícita, en el pretendido reparto de la Superintendencia de Bancos.
Esa será una discusión en la que el imperio de la ley tendrá la última palabra.
Lastimosamente, el lío en el que ahora está metido Andrés Arauz, como muchos otros, servirá de muy poco para que dentro del correísmo se produzca un baño urgente de ética y transparencia.
Si su único objetivo como movimiento político es saltar de charco en charco y no corregir las distorsiones profundas en las que ha caído, entonces la inviabilidad como agrupación es un escenario seguro.
Cabe analizar lo que hizo Arauz.
1.- Es el mediador político entre dos funciones del Estado. Ojo, él representa los intereses particulares de su agrupación, no del país.
2.- Su trabajo no es público; es decir, hasta que la Fiscalía divulgó el contenido de los chats del teléfono de Augusto Verduga, el país no tenía idea de cuáles eran sus funciones políticas. ¿Arauz tenía que ser transparente
3.- ¿Por qué el interés desenfrenado por captar la Superintendencia de Bancos, al punto de pasarse por alto el dictamen constitucional que había invalidado la posesión de Roberto González? ¿Por qué Arauz quería poner a su gente en cargos clave como el área informática y de Tecnologías de la Comunicación?
4.- ¿Tiene que ver esa inusitada presión porque asuma González y controle a los bancos con toda la agenda económica de la Revolución Ciudadana que, entre otros temas, espantó al país con eso de los ecuadólares y con su hipótesis del debilitamiento del imperio estadounidense?
Hay demasiadas interrogantes en este caso que, por ética pública, la organización, que se precia de representar al 44 por ciento de los ecuatorianos, tiene que despejar.
No es posible que la política siga manejándose por debajo de la mesa y que estos temas sensibles se conozcan luego de una inspección forense a un teléfono sustraído en medio de un escándalo de corrupción.
La crisis por lo evidenciado en la Liga Azul tuvo un efecto demoledor en sus electores y dentro de la RC5, pues Luisa González cuestionó duramente la deslealtad de los hermanos Verduga. Ana María Raffo demandó a Ana Belén Yela por decir, en los chat, que diezmaba en la Asamblea. Y Marcela Aguiñaga, en absoluta discreción, ya piensa en abrirse de la organización.
El silencio de personajes involucrados en esas conversaciones como Paola Pabón es más que evidente. Entonces, ¿por qué Andrés Arauz no debe rendir cuentas?