¡Ya tenemos un Supercampeón!
El fútbol ecuatoriano está acostumbrado a celebrar goles, victorias y títulos de nuestros clubes y de la Selección. Pero lo que vivimos este miércoles en la final de la Supercopa de Europa no es un triunfo cualquiera: es un capítulo inédito, una línea dorada que se escribe por primera vez en nuestra historia.
Willian Pacho, defensor tricolor del París Saint Germain, se convirtió en el primer futbolista ecuatoriano en levantar la Supercopa.
El PSG, campeón vigente de la Champions League, parecía destinado a un tropiezo en su cita con el Tottenham, que se adelantó 0-2. Sin embargo, los parisinos demostraron carácter y personalidad para igualar el marcador y definir la historia en la tanda de penales, donde sellaron su primera Supercopa europea.
Para Pacho, el título no solo significa un trofeo más en su joven pero ascendente carrera: es la confirmación de que un jugador ecuatoriano puede ser protagonista en la élite más alta del fútbol mundial.
Antes de Pacho, Antonio Valencia (2017 con Manchester United) y Pervis Estupiñán (2021 con Villarreal) habían tenido la oportunidad de jugar esta final.
Ambos llegaron como campeones de la Europa League, y ambos se quedaron a un paso: Valencia cayendo ante el Real Madrid y Estupiñán perdiendo en penales ante el Chelsea. El destino parecía empeñado en negarle a Ecuador esta gloria... hasta ahora.
La llegada de Pacho al PSG fue uno de los movimientos más sonados del mercado anterior, y en apenas una temporada se consolidó como pieza clave en la defensa.
Su campaña 2024/2025 fue impecable: campeón de la Ligue 1, de la Copa de Francia, de la Champions League y ahora, campeón de la Supercopa de Europa. Un póker de títulos que muy pocos jugadores en el mundo pueden presumir en un solo año, y que lo ubica en la élite de los futbolistas ecuatorianos de todos los tiempos.
Lo que diferencia a Pacho de sus predecesores no es solo el desenlace, sino el contexto: él llegó a esta final como campeón de la Champions League, la cima del fútbol de clubes europeos. Y en un PSG repleto de figuras, no pasó desapercibido.
Su rendimiento sólido, su temple y su capacidad para jugar con jerarquía en noches grandes son señales claras de que Ecuador tiene en él a un embajador de lujo en el Viejo Continente.
Este título es más que una medalla para Pacho: es un símbolo de avance para el fútbol ecuatoriano. Nos recuerda que, con talento, disciplina y carácter, podemos no solo estar en las vitrinas del fútbol europeo, sino también conquistar sus trofeos más codiciados.