Real Madrid: Milagro o adiós
Ni la historia, ni la camiseta, ni el peso de las noches grandes en Europa sirvieron esta vez. A no ser que ocurra un milagro —uno de proporciones bíblicas—, el Real Madrid está por quedar fuera de la Champions League.
La derrota por 3-0 ante el Arsenal en Londres fue algo más que un mal resultado: fue una declaración de que los ‘Gunners’ ya no miran desde abajo y que el equipo de Carlo Ancelotti ha perdido lo que parecía innegociable: el respeto en Europa.
Durante días se habló del balón parado como la gran amenaza del Arsenal. Y el Real Madrid lo ignoró. Declan Rice, que nunca había marcado de tiro libre en su carrera, lo hizo dos veces en una noche mágica para los ingleses.
Mikel Merino, con un disparo certero, terminó de enterrar las esperanzas blancas. Tres goles, tres golpes directos al orgullo del campeón de Europa, que está contra las cuerdas.
El Bernabéu, acostumbrado a noches de épica, necesitará la mayor de todas para revertir esta catástrofe. Porque no es solo el marcador, es la forma: el Madrid fue inferior, irreconocible, sin alma, superado por un Arsenal que jugó sin varios titulares y que aún así bailó al gigante dormido.
El Real Madrid no solo perdió un partido, perdió el rumbo. En el Bernabéu necesitará mucho más que una noche perfecta. Necesitará un milagro. Y algún día, hasta para el Madrid, los milagros se acaban.
La noche comenzó con un tifo de Thierry Henry en las gradas del Emirates, homenaje al único precedente entre estos clubes en Champions. Y terminó con una exhibición total de los locales, que aplastaron a un Madrid irreconocible. No fue aquel City camino al triplete el que les dio esta lección: fue un Arsenal con hambre, con ilusión, con ganas de hacer historia.
Y lo hicieron. No solo por los goles, sino por la forma. Rice ejecutó un tiro libre perfecto aprovechando una barrera mal colocada, y luego repitió la dosis con un disparo que ni Courtois, ni nadie, podría detener.
El Real Madrid, que pudo adelantarse si Mbappé hubiera aprovechado su mano a mano, se quedó sin reacción, esperando que la moneda cayese de su lado como tantas veces. Pero esta vez no hubo suerte, no hubo milagro, ni siquiera actitud.
Mikel Merino puso la guinda con un gol tan bello como doloroso para los de Ancelotti, que ya no pueden esconder su crisis. No es un accidente. El equipo blanco lleva semanas mostrando señales preocupantes, y el Arsenal se encargó de exponerlas una por una.
La vuelta será en el Bernabéu. Pero ni el coliseo blanco, ni las remontadas del pasado, ni el espíritu de las noches mágicas parecen suficientes. El vigente campeón necesitará de un milagro o la próxima semana dirá adiós a esta edición de la Champions.