La conquista del Niño Moi
Hubo un tiempo no tan lejano en el que muchos dudaban de Moisés Caicedo. Que no valía los 115 millones de euros. Que no estaba listo para un club grande. Que se lo tragaba la presión del Chelsea. Hoy, esas voces suenan lejanas, vencidas por el peso de una verdad inapelable: Caicedo está hecho para brillar en la élite.
El Niño Moi, ese que creció en las canchas de tierra de Santo Domingo y que se hizo hombre en el Brighton, es ahora campeón europeo. Selló con un golazo el 4-1 sobre el Betis en la final de la Conference League y levantó su primer título con el Chelsea.
Pero más allá de la medalla, lo que realmente ha ganado es el respeto del fútbol inglés, de sus propios hinchas, y, sobre todo, de sí mismo.
Porque no fue fácil. Su llegada al Chelsea estuvo marcada por la ansiedad, por el precio récord, por la presión mediática y por un equipo que no encontraba el rumbo.
Pero con la llegada de Enzo Maresca, Caicedo se transformó. Fue titular en cada partido de la Premier, dio equilibrio, corrió por dos, y en silencio —como siempre— se convirtió en la brújula de un equipo que ahora jugará la próxima Champions League.
No olvidemos que Moi tiene solo 23 años. Pero juega como un veterano, piensa como un estratega y corre como un guerrero.
Este renacer no solo enorgullece al fútbol ecuatoriano. Nos viene como anillo al dedo. A pocos días de una doble fecha clave de Eliminatorias, con duelos ante Brasil y Perú, tener al motor de nuestra selección en su mejor momento no es poca cosa.
Caicedo llega con ritmo, confianza y liderazgo. Si hay un jugador que puede empujar a Ecuador hacia el Mundial 2026, es él.
El título europeo no es su techo, sino una estación más en un viaje que parece destinado a ser legendario. Y en ese tren, Ecuador también se sube con ilusión.