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El soldado estadounidense que permaneció congelado 18 años por Fidel Castro

viernes, 16 abril 2021 - 04:10
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En 1979 un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos aterrizó en el aeropuerto Municipal de Birmingham, Alabama. A su espera se encontraba una mujer llamada Janet Ray Weininger, quien finalmente, en ese momento, pudo cerrar un doloroso ciclo de 18 años.

En la nave llegaba el cuerpo de Thomas "Pete" Ray, su padre, quien en 1961 participó en una fracasada invasión a cuba que lo llevó a su muerte y a pasar casi dos décadas congelado en una morgue de La Habana.

En la invasión del 61 murió un centenar de personas al intentar derrocar a Fidel Castro en Bahía de Cochinos; pero los restos de Pete fueron los únicos que regresaron a Estados Unidos para recibir sepultura. Washington nunca reclamó los cuerpos de sus soldados y estos terminaron en fosas comunes o abandonados en los pantanos del sur de la isla.

Asimismo, el cadáver de Pete fue uno de los que, por alguna razón, el gobierno de Castro decidió conservar de manera casi obstinada. En ese tiempo había muchos apagones y la falta de recursos asechaba la morgue del Instituto de Medicina Legal de La Habana.

"El cadáver de mi padre fue una especie de trofeo para Fidel Castro. Como EE.UU. negó por décadas que había organizado Bahía de Cochinos, Cuba encontró en él, que era estadounidense, la prueba de que la invasión se había organizado desde aquí", contó Ray Weininger a BBC Mundo.

Además, por más de cuatro décadas la CIA negó su implicación en el fallido asalto. Estados Unidos decía que se trató de un grupo de cubanos adinerados que intentó liberar a aquel país de la “amenza comunista”.

"El piloto yanqui era la prueba directa de la participación de Estados Unidos", indicó el investigador del Instituto de Historia de Cuba y combatiente de la Revolución cubana, Tomás Diez Acosta.

RECUERDOS BORROSOS
Janet dice que no recuerda mucho de su padre, como su voz. El hombre falleció cuando ella tenía seis años y sí recuerda el día que recibió la noticia: se encontraba en el receso de la escuela y vio un automóvil oscuro del que salieron hombres con trajes negros. En la calle de al lado vivían sus abuelos, y cuando llegó a casa más tarde, todos tenían un aspecto raro.

Su madre le contó que los hombres le habían informado que Pete se había ahogado: un avión de carga en el que iba con otros tres pilotos se había caído y no lograron localizar sus cuerpos.

También los hombres le recomendaron a la familia porque pronto aparecería la noticia en la prensa.

No obstante, cuando aparecieron los reportes, nadie entendía nada. Decían que Pete había sido un mercenario y que había muerto trabajando para unos cubanos adinerados en una invasión a aquel país.

“Incluso pusieron la foto de mi padre allí con una "confesión": "Haré esto para tener buenos ahorros" señaló a BBC.

Nunca hubo ninguna muestra de simpatía hacia el padre de Janet, y tiempo después se dio cuenta de que esas noticias estuvieron diseñadas para calumniar a los hombres que murieron.

“Creo que en ese momento comenzó mi lucha contra Fidel Castro y contra mi propio gobierno por la memoria de Pete Ray. Fue así como como inicié una misión que duraría 18 años y siete meses: encontrar la verdad, traer a casa los restos de mi padre y asegurar que fuera honrado en su propio país” confesó la mujer.

Pete Ray y fu familia. Foto: BBC.

LLEGADA
El 15 de abril de 1961 La Habana y Santiago de Cuba fueron bombardeadas por un grupo de aviones procedentes de Nicaragua. Más de mil cubanos surcaron hacia el caribe en barcos de guerra que llevaban gente poco entrenada pero ilusionada en derrocar a Castro; comandada por el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower. El plan era tomar una ciudad en la costa sur de Cuba, crear un gobierno de transición y promover una guerra de guerrillas que avanzaría sobre Castro.

Según documentos desclasificados en 1998, el ataque debía parecer organizado por cubanos descontentos que se habían exiliado en el sur de Florida; y un contingente de refuerzos desde Estados Unidos los apoyaría una vez iniciada la invasión.

Aparentemente era el plan perfecto, pero John F. Kennedy, quien heredó el plan de su predecesor en el poder americano, se arrepintió de vincular a su ejército en esos planes. De acuerdo a la BBC, de los cientos de marines y tropas de Estados Unidos que estaba previsto que participaran, solo cuatro pilotos y dos aviones despegaron hacia Cuba.

Nadie supo nunca con qué objetivo se fueron, pues horas antes Kennedy había dado señales de que sus militares no asistirían a los anticastristas y lo que quedaba de las invasiones habrían sido derrotadas en los pantanos del sur de Matanzas, Cuba.

Los dos aviones fueron derribados: uno cayó al mar y el otro, pilotado por Pete y Leo Baker, aterrizó de emergencia cerca del Central Australia, en el occidente de Cuba. Ellos sobrevivieron.

Baker le dijo a Pete que no tenían que ir y que probablemente no regresarían, y los registros indican que el padre de Janet dijo “Lo sé, Bobby, pero solo porque mi presidente eligió olvidar a estos chicos no me da derecho a hacerlo yo también. No puedo hacerlo”.

Kennedy decidió no apoyar el movimiento anticastrista. Foto: BBC.

CAPTURA
"El Comandante Fernández Mell, que dirigió la operación de búsqueda, orientó hacer el mayor esfuerzo por capturarlos vivos. No fue posible. Uno de los pilotos al ser descubierto, oculto cerca de la pequeña pista del central, disparó su revólver 38 cañón corto, siendo muerto de inmediato por una ráfaga de FAL. El otro, al ser descubierto, trató de lanzar una granada de mano, muriendo instantáneamente por varios impactos en el tórax y el ojo derecho. El nombre de este último era Thomas Willard Ray, el mismo que 18 años después sería oficialmente reclamado por el Gobierno de los Estados Unidos a solicitud de sus familiares. El otro piloto se llamaba Frank Leo Baker"

(Del artículo Playa Girón, Las operaciones aéreas de la CIA, de José M. Miyar Barruecos. Revista Verde Olivo, 20 abril de 1980, pp: 26-38)

Diez dijo que a Baker el gobierno de Cuba no lo conservó porque era mulato y pensaron que efectivamente se trataba de un cubano. Sin embargo, de Pete no había duda que era americano: blanco, ojos azules y alto. Por orden del comandante lo congelaron.

RECOLECTANDO INFORMACIÓN
Janet dijo que mientras crecía, se obsesionó con buscar cualquier información que le pudiera llevar a su padre, desde papeles de la basura de su madre, hasta archivos, documentos y libros de la biblioteca. El año en que murió Kennedy, Janet pidió para navidad una grabadora que solía esconder debajo del sofá y que activaba cuando alguien visitaba a su madre y la sacaban de la habitación.

Después contactó con la Guardia Aérea de Alabama y otras personas que podían conocer a Pete, pero la mayoría no hablaba. Finalmente, alguien dijo: ‘Ah, él cayó en Cuba cuando lo de Bahía de Cochinos’.

Esa fue la primera pista de Janet de que la gente sabía más. Tiempo después Castro anunció por televisión que liberaría a algunos prisioneros capturados en la Bahía de Cochinos. Janet esperaba que Pete vuelva, pero pese a que se pegó a la pantalla y miró con atención la televisión buscando el rostro de su padre, nunca apareció.

Desde los 15 años la hija de Pete le escribió cartas mensuales a Fidel Castro para preguntarle por su padre. “Le escribí más de 200 cartas durante nueve años, nunca obtuve una respuesta”, dijo.

Cuando estuvo en la universidad viajó a Miami con sus amigos, y mientras ellos fueron a disfrutar a la playa, Janet se escabulló hasta un barrio de cubanos llamado ‘La pequeña Habana’ para preguntar a alguien si había conocido a su padre.

“Pero nadie me quería hablar, lo único que logré fue que alguien me dijera que había sido un buen piloto. Nunca entendí por qué tanto secreto, por qué mi gobierno hizo todo lo posible para que yo no supiera dónde estaba mi papá”.

Sin embargo, la joven no se rindió y siguió volviendo a aquel lugar cada vez que podía. Fue precisamente en una de esas visitas que alguien le contó de los rumores de que en una morgue de La Habana había un cuerpo de un estadounidense, que había un cadáver y fotografías que tomaron después de su muerte.

Castro venció en 65 minutos a los estadounidenses en la Bahía de los Cochinos. Foto: BBC.

UNA ESPERANZA
Una madrugada de abril de 1979 alguien tocó la puerta de la casa de Janet en Alemania. Pese a que se había casado con un piloto militar años atrás, esa mañana se encontraba sola.

Al abrir encontró un sobre enviado por Peter Wyden, un periodista con el que se había contactado hace meses y el cual estaba escribiendo un libro sobre la invasión a de Bahía de Cochino. Cuando abrió el paquete, vio algo que la disparó a trasladarse de inmedato a Estados Unidos: las fotos de su padre muerto.

"E último vuelo a Estados Unidos estaba lleno. Pedí hablar con el piloto y le rogué que me llevara de vuelta a casa, que mi padre también era piloto, que había muerto en Bahía de Cochinos y que su cadáver lo tenían en Cuba. Como no había espacio, los dos pilotos aceptaron llevarme con ellos en su cabina. Viajé con solo US$10 en el bolsillo".

Durante los siguientes meses Janet intentó comunicarse con el gobierno de cuba, y a través de un primo periodista, junto a su abuela (la madre de Pete), logró que políticos locales se interesaran en el caso.

"Era como estar entre dos fuegos: por una parte, el gobierno de Cuba me ponía cada vez nuevas condiciones para entregarme el cuerpo, que si tenía que pagar, que si tenía que ir, que si tenía que decir esto o hacer aquello. Por el otro, la CIA me negaba toda la información, no me quisieron dar ni las huellas de mi padre. Tuve que gestionar con su médico sus impresiones dentales para que se pudiera identificar el cadáver".

Finalmente, análisis independientes de Cuba y del FBI con huellas dactilares y dentales corroboraron la identidad de Pete, quien había permanecido por 18 años en una nevera del Instituto de Medicina Legal de La Habana.

Janey y su familia nunca dejaron de buscar información. Foto: BCC

PROBLEMAS LEGALES
El cadáver fue retornado a sus familiares el 5 de diciembre de 1979 y el gobierno de Cuba lo acompañó de una factura por más de 30 mil dólares. Representaban los gastos por la conservación del cuerpo durante tanto tiempo. Los informes de la autopsia revelaron que Thomas murió de un tiro en la sien derecha, que a su vez le sacó el ojo. Janet Ray nunca creyó la versión que le dieron y asegura que a su padre lo capturaron, fue torturado y le dispararon en la frente a quemarropa.

Sin embargo, Cuba negó en su momento haber torturado o capturado vivo al piloto.

Según la BBC, en 2004 el portar oficialista Cubadebate escribió: “Thomas Willard Ray, conocido como 'Pete', voló a Cuba para agredir a un país extranjero. Nunca estuvo preso, nunca fue atendido de heridas por médico alguno y si algo debiera agradecer su familia es que, frente a la actitud deshumanizada del gobierno de Estados Unidos, las autoridades cubanas conservaron y protegieron su cuerpo, para que en alguna oportunidad pudiera ser entregado a sus familiares”.

Janet interpuso una demanda contra Fidel Castro en el tribunal de Miami por el “homicidio culposo” de su padre y ganó 87 millones de dólares de los fondos congelados del gobierno de Cuba.

El organismo dijo que el juicio fue un “embuste” y una “búsqueda de dinero”, pero nunca ha aclarado por qué decidió conservar solo ese cadáver y no el resto, o por qué no lo devolvió.

EL CIERRE DEL CICLO
“Cuando trajeron de vuelta el cuerpo de mi padre, yo estaba embarazada y ese día me sentía muy mal. Tenía algún tipo de resfriado o algo así. Mi familia decidió que no me dejarían ver el cadáver. Pero en ese momento, era algo que nadie me hubiera podido impedir. Sabía que tendría que renunciar a la imagen de papá que tenía de la infancia y verlo de esa manera. Se lo debía a él”, señaló Janet.

Cuando la mujer vio el cadáver, dijo que identificó los dientes partidos de su padre tras un accidente que ocurrió en un partido de fútbol, y también las heridas de cuando murió. “No tenía dudas de que era él, de que mi padre estaba otra vez cerca de mí”.

Le habían colocado finalmente un uniforme militar y Janet le colocó una carta que le había escrito, en el bolsillo del saco, sobre su corazón.

Le decía: 'Quiero que sepas que siempre te necesité y que, si tuviera que buscarte de nuevo por otros 18 años, lo haría todo otra vez, porque tanto me diste que me enseñaste el verdadero significado de la libertad. Siempre te amaré´.

Pete recibió la Cruz de la Inteligencia, la máxima distinción de la CIA, en 1974. Su familia se enteró muchos años después, cuando también conocieron que una de las estrellas a la entrada del Pentágono estaba dedicada a su padre.

BBC reseñó que la CIA no reconoció su participación en Bahía de Cochinos hasta 1998 y que el medio de comunicación intentó conocer la versión actual de las autoridades de la isla sobre el caso, pero no obtuvo respuesta.

La llama eterna a los caídos en la invasión de Bahía de Cochinos en Miami.

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