02 feb 2024 , 13:01

Los esfuerzos para proteger el Antisana se intensifican por la acelerada pérdida de sus glaciares

El Antisana está en los límites de Pichincha y Napo. Su cumbre alcanza los 5 758 metros y su última erupción ocurrió en 1802.

Para los andinistas, el Antisana es uno de los volcanes más tímidos. Así le dicen porque casi siempre está envuelto entre nubes.

Esta vez lo exhibió todo. La mañana soleada y despejada permitió ver cada detalle. Su casquete, sus grietas, sus fuentes de agua, sus faldas donde ya no hay nieve y sobresalen sus formaciones rocosas.

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El Antisana está en los límites de las provincias de Pichincha y Napo, dentro del parque nacional del mismo nombre. Su cumbre alcanza los 5 758 metros y su última erupción ocurrió en 1802.

Se llega caminando por una ruta rocosa que se ha ido formando a lo largo de sus cuatro erupciones.

En esta ocasión, el objetivo fue llegar al glaciar Los Crespos, que está muy cerca de la estación del Instituto de Meteorología e Hidrología, Inhami, que lo monitorea. Es el volcán más monitoreado por su facilidad de acceso.

La nieve retrocede de forma acelerada

Bolívar Cáceres, del Inhami, lleva décadas estudiando los glaciares, por eso sabe que la pérdida de hielo del Antisana no es distinta a la de otros nevados del mundo. El retroceso del casquete glaciar empezó a acelerarse en la década de los ochenta. El incremento de la temperatura es uno de los factores.

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Los cambios que ha sufrido son visibles y notorios para aquellos que lo visitan a menudo. "El Glaciar Los Crespos, a principios de 1900, ocupaba todo el casquete", recordó Cáceres.

El Antisana perdió el 55 % de su glaciar en los últimos 60 años y la proyección es que en 10 años desaparezcan 1,5 kilómetros cuadrados (km²). En la primera medición, el casquete tenía una cobertura de 17 km²; actualmente, la cobertura de nieve es de 11,5 km².

Esto inquieta porque el nevado es una fuente hídrica importante para Quito. Alimenta el embalse 'La Mica', por ello su conservación es una tarea prioritaria.

Este nevado permite mantener vivo al ecosistema del páramo, que alberga más de 1 600 tipos de plantas y unas 400 especies de aves y mamíferos.

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El Antisana también atrae montañistas nacionales y del mundo que llegan para ascender a su cumbre o que, desde sus faldas, sencillamente lo admiran.

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