06 nov 2014 , 07:02

El duelo en los niños

El adulto que hable con el niño debe transmitir el mensaje claramente, y a su vez ser muy sensible.

La muerte de un ser querido es uno de los eventos más dolorosos en la vida de una persona, y más aún cuando afecta directamente a los hijos. Usualmente, los padres, por protegerlos hacen todo lo posible para que no sientan dolor, por lo que deciden reprimir sus emociones y ocultar ciertos sucesos, sin tomar en consideración que tanto la experiencia, y el dolor son parte de la vida. 

 

 

¿Cómo se lo digo?

 

Antes de dar la noticia, se debe decidir quién se la dará. Tiene que ser una persona cercana y de mucha confianza para que el niño se sienta cómodo, y así pueda expresar lo que siente y piensa. El adulto que hable con el niño debe transmitir el mensaje claramente, y a su vez ser muy sensible. No reprima las emociones que van surgiendo. Los niños leerán la tristeza así uno trate de esconderla. Al demostrar, que es natural sentirse triste, le estaré enseñando a su hijo a expresar y aceptar sus emociones, además que alentará la comunicación. 

 

 

 

 

La conversación que se dé con el niño dependerá de su edad. Tomemos en consideración que el concepto de la muerte, en la primera infancia, es un concepto abstracto. Por ello, al explicar lo ocurrido se debe ser lo más concreto posibles. Es pertinente, el uso de términos adecuados. Evite decir "que alguien se lo llevó", o que "pasó a mejor vida".  Estas frases pueden confundir a sus pequeños, o incluso causarles más interrogantes.

 

Muchos niños suelen preguntar dónde irá la persona y si la volverán a ver. Es importante dejar claro que la persona no va a regresar, así se evitará que el niño cree una falsa expectativa. Por otro lado, cada familia determinará qué decir con respecto al lugar donde se encuentre su ser querido, según sus creencias religiosas y espirituales. 

 

 

 

En el caso de niños mayores de siete años hay un mejor entendimiento sobre el concepto de la muerte, por ende será más fácil para el niño comprender sus explicaciones.

 

Manifestaciones emocionales y conductuales

 

Las respuestas de los niños pueden variar, todo dependerá de sus experiencias, temperamento, y/o la actitud de los adultos, con respecto a la pérdida y a cómo vivan el duelo. Entre las manifestaciones emocionales más comunes tenemos la tristeza, la irritabilidad, la rabia y hasta la angustia. Como consecuencia de estos cambios emocionales, los niños pueden bajar su rendimiento académico, perder el interés por actividades que antes disfrutaban, sufrir alteraciones de sueño y alimentación, entre otros. 

 

En otros casos, los niños pueden experimentar temor a morir, a perder un ser querido, a que la persona que falleció se les aparezca o/y experimentar pesadillas relacionadas a ese ser querido, o a la muerte en sí. 

 

¿Y el funeral?

 

El niño tiene que despedirse de su ser querido, por lo que se debe buscar el espacio y oportunidad para ese último adiós. Muchos psicólogos recomiendan que el niño asista al funeral, y que sea el niño quien decida si quiere ir o no. Sin embargo, no es aconsejable que los niños sean testigos de situaciones de descontrol, por lo que se debe ser muy cuidadoso antes de decidir. Se debe evaluar y tomar en consideración factores externos para determinar cómo, cuándo y por cuanto tiempo asistirá. 

 

 

 

 

Antes que el niño asista se le deberá explicar detalladamente qué verá en la sala de velación. En  el caso de niños de más edad, se les puede pedir que digan unas palabras en el funeral, y en el caso de los más pequeños que hagan un dibujo para ponerlo dentro del féretro. 

Etapa de duelo

 

La etapa de duelo debe vivirse con naturalidad. Las manifestaciones de tristeza son esperables, y si los niños ven llorar a los adultos, solo hay que ser honestos con ellos. Si ocurre lo contrario, y es el niño quien muestra su tristeza,  sea empático con él.  Explicarles que al principio el dolor puede ser muy grande, sin embargo, a medida que pase el tiempo se hará más pequeño. 

 

 

 

 

Si la familia tiene algún tipo de costumbre religiosa, involúcrelo, en caso el niño lo desee. Si el niño desea recordar a la persona que falleció, escúchelo, y vivan juntos los buenos recuerdos. El duelo es un proceso y se debe experimentar. 

 

Como el niño viva su etapa de duelo, dependerá, en gran medida, de cómo la vivan quienes lo rodean. Si como adultos, somos capaces de demostrar aceptación por las circunstancias adversas, por más penosas que sean, les estarán regalando una gran lección para su vida. 

 

 

Karina Bustamante de Huerta

Psicóloga Clínica

Psicoterapeuta TREC y TCC

Entrenadora Certificada de Disciplina Positiva para Padres y Educadores

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