15 feb 2016 , 06:00

La Iglesia mexicana, tan cómoda entre las élites como alejada del pueblo

El papa pidió acercarse a la "periferia humana" y a las comunidades parroquiales.

El aviso del papa Francisco a los obispos mexicanos fue claro y contundente. Deben acercarse a la "periferia humana", "involucrarse en las comunidades parroquiales y las escuelas", dejarse de personalismos y no actuar como "príncipes".

 

Este toque de atención no fue gratuito en un país donde la jerarquía eclesiástica en general mantiene un estrecho vínculo con la clase política y económica, vive fuera del precepto de austeridad y tiene posiciones muy conservadoras y distantes de lo que opina el país en temas como el matrimonio homosexual o el aborto.

 

Los casos abundan. Al arzobispo primado de México, el cardenal Norberto Rivera, se le pudo ver junto al magnate Carlos Slim y otros grandes empresarios del país en Galicia (España) en agosto de 2013, donde ofició una misa y pasó unos días de vacaciones.

 

Onésimo Cepeda, obispo emérito de Ecatepec, donde este domingo el papa instó a no "acumular fortuna", fue agente de bolsa y creador del Grupo Financiero Inbursa antes de ejercer el sacerdocio, y se hizo famoso por su afición al golf.

 

"La Iglesia católica vive dentro de la burbuja de la elite política social y mexicana", dijo a Efe Hugo José Suárez, del Instituto de Investigaciones Sociales de la Universidad Autónoma de México (UNAM).

 

En México, el segundo país del mundo por número de católicos, la fuerte relación Iglesia-Estado se renovó en 1992 cuando el Vaticano y el país retomaron las relaciones diplomáticas con una reforma constitucional que otorgó personalidad jurídica a las instituciones religiosas y le devolvió el derecho a propiedad y patrimonio propio.

 

Se puso así fin a casi dos siglos de desavenencias, pues en la configuración del México independiente se buscó separar la Iglesia del Estado, declarado laico, y se desamortizaron muchos bienes eclesiásticos.

 

Entre los múltiples choques destacan la Guerra Cristera (1926-1929), una lucha armada entre el Gobierno y religiosos católicos y milicias de laicos en la que murieron unas 250.000 personas.

 

En 1992, y a partir de una propuesta vaticana impulsada por Juan Pablo II y luego por Benedicto XVI, se estableció "una especie de matrimonio" entre la Iglesia y el Estado mexicano en el que se antepuso la relación con la clase política a una "mayor cercanía con el pueblo", dijo el experto.

 

La separación del pueblo se debe también a las diferencias de opinión en temas morales que expresan las élites eclesiales y los creyentes, explicó Suárez.

 

El desacuerdo es evidente en asuntos como el aborto, las relaciones sexuales prematrimoniales, el casamiento homosexual o el consumo de la marihuana, un debate de actualidad en el país tras varias resoluciones judiciales que permiten a particulares el uso recreativo y medicinal del cannabis.

 

"La marihuana lúdica es placebo para apaciguar las dolencias de la destrucción social" aseveró la Arquidiócesis de la Ciudad de México en un editorial del semanario Desde la fe.

 

En este texto, publicado en octubre del pasado año, también advirtieron que México va "hacia la destrucción individual" por "la transgresión del derecho a la vida, la devaluación de la familia y la obsolescencia del matrimonio".

 

En un país con un 82,7 % de católicos de los cerca de 120 millones de personas, el matrimonio homosexual, avalado por la Suprema Corte, es aceptado por casi el 50 % de la población, según reveló una encuesta de Parametría.

 

Sobre el cannabis la opinión sigue divida: un 66 % de los consultados en un sondeo del diario El Universal del pasado noviembre rechaza la despenalización de la marihuana, aunque un 79 % aprueba su legalización para uso medicinal.

 

A estos factores se le suman escándalos de pederastia, con centenares de casos y acusaciones de que la Iglesia protegió a los curas presuntamente implicados.

 

México fue cuna y hogar del padre Marcial Maciel, fundador de Los Legionarios de Cristo fallecido en 2008 y del que se comprobó que cometió abusos sexuales contra seminaristas, tuvo varios hijos con diferentes mujeres y era consumidor habitual de drogas.

 

Ante los contundentes encargos que el papa Francisco ha lanzando a los clérigos, en el seno de la Iglesia mexicana no se ponen de acuerdo.

 

"Nos da unas buenas revolcadas a todos, ninguno nos escapamos", dijo en entrevista con el diario Excélsior el obispo de San Cristóbal de las Casas, Felipe Arizmendi.

 

En declaraciones a Efe, Francisco Moreno, obispo del central estado de Tlaxcala (centro), destacó en cambio este lunes: "Algunos piensan que regaña", pero "con sus palabras" el papa "está confirmando ya muchas actitudes de obispos" mexicanos.

 

Entretanto, el santo padre prosigue en su ruta por México afianzando este mensaje de que el pastor ha de estar y trabajar para el rebaño.

 

No solo en palabras, también en gestos que despiertan suspicacias entre la jerarquía eclesiástica.

 

En su visita al sureño estado de Chiapas visitó hoy la tumba de Samuel Ruiz, un obispo incómodo y acusado por el Gobierno y Iglesia de apoyar el movimiento zapatista pero enormemente querido por las comunidades indígenas. 

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