01 dic 2014 , 04:58

Los monumentos “olvidados” que habitan en la capital ecuatoriana

Entre el andar de los capitalinos, parecen perderse, su significado e historia han quedado ocultos.

Con el agitado pasar del tiempo, al caminar por las calles de Quito, puede resultar complicado notar algunas esculturas que adornan sus rincones. 

 

En la explanada de la plaza Indoamérica, ubicada frente a la universidad Central, se encuentran 21 bustos de héroes indígenas latinoamericanos, que llegaron al país como donaciones. Antes estaban ubicados en la avenida América, en los exteriores de esa institución, pero fueron reubicados por la construcción de un intercambiador vehicular.

 

Nelson Maldonado, un reconocido comunicador quiteño con un extenso conocimiento de la ciudad, acompañó a Televistazo en el recorrido de ese y otros monumentos "olvidados" de la capital, cuya siguiente parada fue el parque El Ejido, allí está el símbolo de "la lucha eterna", que ubicado en un redondel entre las avenidas República y Eloy Alfaro, pero tras la eliminación del redondel, tuvo que ser reubicada. Dos hombres corpulentos entrelazan brazos y piernas, y debajo de ellos está un dragón.

 

Finalmente, la belleza de la fuente de la Insidia, situada sobre las avenidas Patria y 12 de Octubre, cautiva a los transeúntes. El tránsito vehicular opaca la vista, y son pocos los caminantes que se detienen a admirar la obra del ecuatoriano Antonio Salgado. 

 

El monumento se erige sobre una piedra circular flanqueada por cuatro focas de bronce y cinco jarrones. Tiempo atrás, una de las focas fue robada, y tuvo que ser reemplazada. 

 

Bajo el cielo quiteño, descansan también otras figuras, como los atlantes, en los exteriores del estadio Olímpico Atahualpa, o El Labrador, en la avenida 10 de Agosto y Amazonas. La escultura, rodeada por un intercambiador, luce algo deteriorada.

 

Entre el andar de los capitalinos, esos monumentos parecen perderse, su significado e historia han quedado ocultos en el imaginario de quienes habitan esta ciudad, y para muchos de ellos son apenas un punto de ubicación, pero  no dejan de ser parte del ornato de la ciudad, de este jardín de inspiraciones, poemas, y sentidas melodías.

 

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