03 jul 2014 , 01:12

Las inundaciones en Paraguay amenazan al mayor vertedero del país

Unas 75.000 personas han tenido que abandonar sus casas en Asunción hasta ahora.

La crecida del río Paraguay ha llevado el agua a la base del mayor vertedero del país, lo que motivó hoy una declaración de emergencia ambiental por parte de la Cámara de Diputados y el cierre de una parte del basurero, mientras en sus inmediaciones familias pobres siguen sufriendo el alza del caudal.

 

El nivel del río alcanzó hoy los 7,2 metros a su paso por Asunción y a medida que aumenta los barrios de las zonas bajas de la ciudad pierden calles, casas y escuelas.

 

Unas 75.000 personas han tenido que abandonar sus casas en Asunción hasta ahora y unas 230.000 en todo el país por la subida del nivel de los ríos a causa de las lluvias de los últimos meses.

 

En Cateura, una de las barriadas aledañas al río, conocidas como Bañado Sur, el agua convirtió al vertedero en una isla de basura en forma de pirámide.

 

El diputado liberal Pastor Vera Bejarano, presidente de la comisión de Ecología, Recursos Naturales y Medioambiente de la Cámara baja alertó en el pleno del "serio riesgo" de contaminación si continúa la crecida.

 

Vera Bejarano, que impulsó la declaración de emergencia, destacó el peligro de que el agua del río se mezcle con el líquido acumulado en la pileta de lixiviado, donde se acumulan 40 millones de litros "con alto potencial contaminante", lo que podría generar "una catástrofe ambiental con consecuencias internacionales".

 

El río ha llegado a la base del talud que protege esa pileta, que tiene dos metros de altura, según el diputado.

 

El director de la empresa Empo & Asociados, Enrique Ortuoste, que gestiona el vertedero municipal, dijo a Efe que están aplicando el plan de contingencia acordado y supervisado por la Secretaría del Ambiente de Paraguay (SEAM) para trasladar los residuos dentro del propio perímetro del basurero.

 

Además, ha comenzado a enviar a otro vertedero de su propiedad, ubicado en el vecino departamento de Presidente Hayes, un 10 % de las aproximadamente 800 toneladas de basura que entran diariamente.

 

Ortuoste explicó que realizaron diversas pruebas científicas en los humedales que rodean la zona y no detectaron metales pesados, aunque sí grandes cantidades de restos coliformes, que asegura que se dan por la falta de un plan de tratamiento de aguas en la ciudad y no por la actividad del basurero.

 

En Cateura, unas 600 personas trabajan directamente en el vertedero, cifra que se quintuplica con los que indirectamente también viven de la actividad del mismo o del salario de sus empleados, que en su mayoría viven en la barriada aledaña, según el director de Empo.

 

El pedido de la SEAM al Congreso consiste en acelerar los trabajos para cerrar el vertedero a mediano plazo y reconvertir el lugar "en un sitio integrado al entorno".

 

El vertedero tiene un periodo de vida limitado que ya las autoridades habían previsto, pero con "la situación actual posiblemente se acelere" el cierre, dijo a Efe la titular de la SEAM, María Cristina Morales.

 

"Ahora entramos en un proceso de clausura del relleno sanitario hasta que Cateura quede como una estación de transferencia, pero el reciclado de basura todavía se va a realizar", añadió ante las preguntas de los representantes de los trabajadores del basurero, durante un acto celebrado allí este miércoles.

 

"Si lo cierran nos quedamos sin trabajo" dijo a Efe Catherine Beatriz Santander de 22 años, mientras separaba plásticos en bolsas que llegan a pesar 30 o 40 kilos que luego carga para vender.

 

Esta joven madre de tres hijos, ahora desplazada por las inundaciones, trabaja en el basurero desde los 14 años y, pese a que su salario ronda los nueve dólares al día, "para comer no más", desea que continúe abierto.

 

Los desplazados que vivían en su mayoría en zonas bajas en la ribera se han trasladado a los terrenos de dos cuarteles y un penal militar, con familiares o repartidos en 91 nuevos asentamientos que ellos mismos han construido con lonas, chapas y maderas en calles y plazas.

 

En la zona del vertedero el agua está obligando a volverse a trasladar a zonas más altas a cientos de refugiados que hoy se afanaban por desmontar las precarias casetas de madera y chapas, sin tener un rumbo cierto a donde ir.

 

"Ahora hasta es difícil encontrar lugar en las aceras de las avenidas", explicó Santander, que no sabe donde irá con su familia si el agua sigue subiendo. 

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