26 jul 2013 , 08:43

El papa Francisco en la "Franja de Gaza" de Río de Janeiro

El Papa advirtió que la paz en la favela sólo durará si se da oportunidades a sus pobladores.

Manuel José da Penha despertó este jueves en su modesta casa de la favela de Varginha, en la zona norte de Río de Janeiro, como cada día de los últimos 38 años. Pero esta mañana recibió en el salón de su casa junto a su familia un visitante singular que difícilmente olvidará: el papa Francisco. 

 

Penha, electricista de 58 años, dice que le es imposible explicar por qué el pontífice eligió su casa entre todas las de Varginha, pero sí está seguro de los motivos que lo trajeron al barrio.

"Quería mostrar una comunidad carente y gusta de los pobres", dice a BBC Mundo.

De hecho, la recorrida de Francisco por esta favela pequeña y gris, marcada por la violencia de narcos que dominaban la zona hasta la ocupación policial del año pasado, fue un reflejo del interés que el papa argentino ha puesto en volcar la atención a los pobres desde que fue entronizado en marzo.

 

Frente a un campo de fútbol de Varginha embarrado por la lluvia pero repleto de asistentes, el pontífice advirtió que esa "pacificación" de barrios periféricos, como se denomina aquí al desplazamiento de narcos y milicias por la policía, puede ser efímera.

 

"Ningún esfuerzo de 'pacificación' será duradero, ni habrá harmonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma", afirmó en portugués.

 

"Falta escuela"

El mensaje que el Papa de 76 años llevó a Varginha, durante una recorrida en papamóvil abierto y a pie, parece resonar en muchos habitantes de la comunidad como Penha, quien sostiene que la comunidad "mejoró un poco" tras la ocupación policial.

"Todavía falta escuela, salud y saneamiento", comenta este hombre delgado y de hablar suave, que viste una camisa con el símbolo de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) católica que se desarrolla en Río.

 

María Aparecida Vieira, de 42 años, señala mientras aguarda el pasaje del Papa por la calle principal que "cuando llueve se inunda mucho aquí" y "entra agua en estas casas".

Varginha forma parte del Complexo de Manguinhos, donde viven unas 36 mil personas, en un área que que algunos denominaban "Franja de Gaza" por la violencia frecuente entre narcos.

 

A pesar de la ocupación policial, los deseos de mayor "seguridad" como el que expresa Karen Fernandes Valadares, una joven de 15 años, siguen siendo frecuentes.

Y si se observa el gigantesco operativo policial montado para recibir al Papa, con cientos de policías armados hasta los dientes en la calle y en las azoteas, resulta evidente que las autoridades tampoco consideran esta un área demasiado "pacificada".

 

La Alcaldía de Río procuró mejorar el aspecto de Varginha para la visita del Papa, con un arreglo de las calles y una limpieza de espacios públicos.

 

"En los últimos días aquí hicieron bastantes cosas", comenta Marcelo de Lima, de 40 años.

Pero cuando le preguntan si cree que las mejoras van a continuar después que se vaya el pontífice y los reflectores salgan de esta favela, hace una mueca de desconfianza.

"El tiempo dirá", responde.

 

"Corrupción"

Los reclamos de mejores servicios públicos y contra la corrupción y los gastos millonarios del Mundial de fútbol 2014 se hicieron sentir en las manifestaciones masivas que tuvo a Brasil en junio, impulsadas por jóvenes irritados con los políticos.

 

Y el Papa también aludió claramente a esa situación.

"Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en vez de buscar el bien común persiguen su propio interés", sostuvo.

Renglón seguido, les pidió que "nunca se desanimen" y les aseguró que "la realidad puede cambiar".

"La Iglesia los acompaña ofreciéndoles el don precioso de la fe", indicó.

 

El papa procuró sintonizar con los habitantes de la favela utilizando también expresiones simples, coloquiales.

"Ya sé que, cuando alguien que necesita comer llama a su puerta, siempre encuentran ustedes un modo de compartir la comida; como dice el proverbio, siempre se puede 'añadir más agua a los frijoles'", dijo.

 

También comentó que Varginha representaba todos los barrios de Brasil que él deseaba visitar.

"Habría querido llamar a cada puerta, decir 'buenos días', pedir un vaso de agua fresca, tomar un 'cafezinho'… No un vaso de cachaça", comentó en alusión a la caña brasileña, desatando risas del público.

 

Jesuina Machado, una anciana de 90 años que estaba en la casa de Penha cuando llegó Francisco de visita, recuerda que cuando el papa Juan Pablo II visitó en Río en 1980, ella intentó aproximarse a él durante una misa en un parque de Flamengo, pero no pudo.

"Hoy fue más así", comenta satisfecha, "de cerca".

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