25 jun 2013 , 09:06

Destape de programas secretos abre polémica sobre trabajo de periodistas

Se ha desatado un debate sobre los límites del periodismo de investigación del que se precia EE.UU.

El destape de sendos programas de vigilancia secretos de la Agencia de Seguridad Nacional no sólo ha puesto en la mira a Edward Snowden, el "topo" de la CIA acusado de espionaje por Washington, sino que ha desatado un debate sobre los límites del periodismo de investigación del que se precia EE.UU.

Snowden, convertido en héroe para algunos y en traidor para muchos, ha dicho que divulgó los programas de vigilancia de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, en inglés) con el único objetivo de "informar al público sobre lo que se hace en su nombre y lo que se hace en su contra".

 

Acusado de tres cargos de espionaje y robo de propiedad del Gobierno, por los que podría pasar hasta 30 años en prisión, Snowden siempre supo que el filtrar datos secretos le convertiría en un paria en su país.

 

Pero el caso también podría poner en peligro el futuro del periodismo de investigación en EE.UU., especialmente en lo que se refiere a asuntos de seguridad nacional, según expertos.

 

"En Estados Unidos, tenemos una larga y rica tradición de periodismo de investigación, desde los tiempos coloniales. Me parece espeluznante que nuestro Gobierno intente debilitar eso", dijo a Efe Richard Benedetto, analista y profesor de Política y Periodismo de la American University en Washington.

 

"A través de nuestra historia ha habido innumerables ejemplos, algunos muy recientes, del bien que producen las investigaciones que destapan corrupción o mejoran condiciones laborales, y no hay razón para frenarlas. El propósito de estas investigaciones no es derrocar a un Gobierno, sino denunciar lo que está mal para que el Gobierno y las instituciones funcionen mejor", enfatizó.

 

La historia del periodismo en EE.UU., en particular la del siglo XIX y comienzos del siglo XX, está poblada de "muckrakers", periodistas que aireaban la "bazofia" de la sociedad, incluso arriesgando su vida para destapar casos de corrupción política o empresarial, o abusos laborales y de derechos humanos, con el fin de suscitar reformas sociales.

 

De todos, quizá el caso más sonado ha sido el de Watergate, que condujo a la renuncia de Richard Nixon en 1974.

 

Benedetto, cofundador del diario USA Today, para el que cubrió la Casa Blanca durante décadas, recordó que la Primera Enmienda de la Constitución protege la libertad de prensa en EE.UU., si bien a veces "es difícil saber dónde están los límites entre la seguridad nacional y el derecho del pueblo a estar informado".

 

Snowden, de 30 años, reveló la existencia de un programa de la NSA que recabó archivos telefónicos de millones de estadounidenses, y de otro, llamado PRISM, que espió las comunicaciones por internet de extranjeros sospechosos de vínculos terroristas.

 

"En el caso contra Snowden, no creo que el Gobierno haya mostrado de forma fehaciente que se ha comprometido seriamente la seguridad nacional", observó Benedetto.

 

Pero el Gobierno de Washington no lo ve así y, el lunes, desde Nueva Delhi, el secretario de Estado, John Kerry, dijo que Snowden, un excontratista de la NSA, "traicionó el juramento que tomó; la obligación que asumió libremente, por elección propia".

 

James C. Goodale, que representó al diario "The New York Times" en el caso por la divulgación de los llamados "Papeles del Pentágono" - un documento secreto que detallaba la implicación de EEUU en Vietnam entre 1945 y 1967- criticó la persecución de quienes filtran datos a la prensa.

 

Para Goodale, los recientes intentos del Gobierno por investigar al periodista de Fox News, James Rosen, son prueba de que la Administración Obama busca convertir en delito el reportar sobre seguridad nacional, y aunque eso podría "cerrar el grifo" de las filtraciones, también frenaría el libre flujo de información.

 

"Hasta que el presidente Obama llegó al poder, a nadie se le había ocurrido que hablar por teléfono o enviar un correo electrónico no estuviesen protegidos por la Primera Enmienda", dijo Goodale en un foro reciente sobre retos a la libertad de prensa.

 

El domingo, en un tenso intercambio, el conductor del programa "Meet the Press" de la cadena televisiva NBC, David Gregory, acusó al periodista Glenn Greenwald, del diario británico The Guardian -que recibió datos secretos por parte de Snowden-, de "instigar y ayudar" al excontratista de la NSA, y sugirió que él también debería afrontar cargos criminales.

 

Pero Greenwald, exabogado en asuntos constitucionales, tuvo lista una respuesta: esa teoría "quiere decir que todo periodista investigador en EE.UU que trabaje con sus fuentes, que reciba datos secretos es un criminal, y son precisamente esas teorías y ese clima los que se han convertido en una amenaza en EE.UU".

 

"Espero que este caso no frene a los periodistas, que sigan hurgando, aireando escándalos", dijo Benedetto.  

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