10 jul 2017 , 09:58

Por qué China no quiere que sus grandes empresas inviertan en el extranjero

China quiere invertir millones en el extranjero, pero en cualquier sector.

China anunció este año que destinará US$124 millones a realizar inversiones por todo el mundo bajo una iniciativa denominada la Nueva Ruta de la Seda. ¿Por qué entonces está pidiendo a sus grandes empresas que dejen de invertir en el extranjero?

 

Parte de la respuesta se puede encontrar en el centro de Madrid, donde se levanta un imponente rascacielos que simboliza una de las mayores preocupaciones del gigante asiático.

 

El Edificio España fue adquirido en 2014 por el grupo empresarial chino Wanda, un conglomerado con inversiones en inmuebles, turismo y ocio que pertenece al segundo hombre más rico del país, Wang Jianlin.

En ese momento, Wang debió haber pensado que había hecho un buen trato: le costó 265 millones de euros, un tercio menos de lo que había pagado su anterior dueño.

 

Pero a veces lo barato sale caro. Cuando Wanda compró el inmueble, este llevaba casi una década en desuso así que necesitaba una reforma integral.

 

Sus técnicos concluyeron que había que derribarlo por completo y reconstruirlo.

 

Vista del edificio España desde un parque.

El Edificio España ejemplifica los miedos del gobierno chino a las inversiones arriesgadas.

 

La municipalidad de Madrid puso el grito en el cielo: se trataba de uno de los edificios más emblemáticos de la capital española y estaba protegido por su normativa de patrimonio histórico.

 

Wanda prometió volver a montarlo según el modelo original.

 

Sin embargo, el gobierno local insistía en que hiciera la reforma sin tocar la fachada, pese a que los expertos no garantizaban que una operación así fuera a tener éxito por el tamaño del inmueble. No habían antecedentes similares.

 

Tres años después, Wanda se rindió y lo puso en venta. La aventura madrileña le costó cerca de US$30 millones, según la prensa de su país.

 

Compras compulsivas

 

Las empresas chinas han protagonizado en los últimos años una espiral de compras compulsivas alrededor del mundo.

 

China, una economía que intenta ser de mercado pero sin renunciar a estrictos controles gubernamentales, relajó en la década pasada las restricciones a que sus compañías invirtieran en el extranjero.

 

El objetivo era evitar que sus reservas de divisas extranjeras engordaran hasta un volumen inmanejable y que las firmas chinas pudieran adquirir recursos y tecnología que les permitieran crecer.

 

Xi Jinping y Ángela Merkel

 

Pero esta etapa parece estar llegando a su fin, ya que el gobierno de Xi Jinping empezó el año pasado a trazar límites que en las últimas semanas ha reforzado.

 

"Se le ha pedido al sector bancario que esté alerta por el bien de todos [los chinos]", afirmó a BBC Mundo el profesor de Historia de la Economía de la London School of Economics, Kent Deng.

 

El organismo responsable del sector bancario en el país ordenó a los bancos evaluar qué tan expuestos están a ciertas grandes empresas, es decir, qué consecuencias sufrirían si estas compañías entraran en crisis.

 

Las autoridades no quisieron precisar de qué firmas se trataban, pero las acciones de Wanda y de los grupos Fosun y HNA empezaron a caer días después.

 

"El dinero debe permanecer en la economía nacional. Cualquier suma cuantiosa que salga de las fronteras está sujeta al control del regulador financiero desde el pasado 1 de julio", explicó Deng.

 

Inversiones irracionales

 

Las inversiones chinas en el extranjero ascendieron en 2016 a más de US$169.000 millones, según los datos que recauda el think tank American Entreprise Institute (AEI).

 

Aunque la cantidad de inversiones anunciadas ese año fue incluso mayor.

 

Jugadores del Atlético de Madrid en plena acción

El grupo Wanda es propietario del 20% del equipo español Atlético de Madrid.

 

Pero una cosa es la cantidad y otra muy diferente, la calidad. Y esta última no convence a las autoridades asiáticas.

 

El ministro de Comercio chino, Zhong Shan, calificó el año pasado de "ciegas e irracionales" a una parte de estas inversiones, como informó entonces el Washington Post.

 

Aseguró que se trataba de un pequeño número de empresas, pero fue contundente: "Algunas ya han pagado el precio".

 

Además, lamentó que unas cuantas hayan incluso "impactado negativamente en nuestra imagen nacional".

 

El gobernador del Banco Popular Chino fue más explícito afirmando que no cumplían las exigencias y políticas para invertir en el extranjero, ya que lo hacían en sectores "que no traen mucho beneficio a China", como los de deportes y entretenimiento.

 

"Proyectos de inversión como estos son vistos como un vacío legal para el lavado de dinero y la salida de capitales", aseguró Deng.

 

Una moneda internacional

 

China quiere evitar en su territorio situaciones como las que viven Japón o Estados Unidos. Por ejemplo, las empresas de este último acumulan en el extranjero US$2,6 billones, según la consultoría Capital Economics.

 

Se trata de dinero obtenido de las ganancias de sus operaciones en el exterior y que no ha sido repatriado para evitar el gran tajo en impuestos que aplicarían las autoridades fiscales estadounidenses.

 

Una carretera en África

China quiere invertir pero en proyectos de infraestructura, como esta carretera que construyó en África.

 

"Las reservas de divisas extranjeras en China se han reducido muy rápidamente y son necesarias para dar apoyo al yuan en su apuesta por convertirlo en una moneda internacional", sostuvo Deng.

 

Pese a las advertencias y medidas chinas, algunas empresas han continuado anunciando inversiones. Algo que, según Deng, acabarán teniendo que cancelar.

 

"Las inversiones que se han acordado recientemente serán tumbadas por el Estado de forma unilateral", opinó.

 

"Las compañías chinas pararán esta ola de compras sí o sí. De hecho, aquellas bien informadas y bien conectadas realizaron antes de que acabara 2016 todas las que les interesaban", aseguró.

Deng afirmó que estas restricciones son "demasiado pequeñas" y llegan "demasiado tarde".

 

Entonces, ¿por qué China impulsa una campaña de inversiones mundiales a la que destina millones de dólares?

 

Porque el país asiático quiere tener operaciones en el extranjero, pero en los sectores que le interesan. La Nueva Ruta de la Seda está dedicada a la inversión en infraestructuras.

 

"La mayoría de estos proyectos ayudan a China a exportar su superávit de acero, cemento, locomotoras, material rodante, barcos y contenedores. Estos son los proyectos que se promueven desde las más altas esferas", concluyó Deng.

 

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