28 nov 2017 , 09:52

La lucha de las mujeres que dejó la tragedia del Chapecoense

Dos de las viudas de los fallecidos en accidente aéreo relatan lo vivido un año después.

A Fabienne Belle todavía se le encoje el estómago al recordar el día en que el correo le trajo por sorpresa la maleta de su esposo, fallecido en la tragedia del Chapecoense

 

Mientras el mundo abrazaba la reconstrucción de este club humilde, a ella le llegaban las ruinas. Estaba sola ante el vacío, como en la madrugada del 29 de noviembre de 2016. 

 

"Tuve la sensación de que me estaban devolviendo a mi marido en pedazos", cuenta a la AFP en Sao Paulo, lamentando la falta de apoyo tras el accidente. 

 

La vida de esta exprofesora de 47 años y mirada dulce se congeló hace un año cuando su esposo Cezinha, fisiólogo del club del sur de Brasil, se subió en el avión que le iba a llevar junto a un grupo eufórico a la final de la Conmebol Sudamericana en Colombia

 

Pero el vuelo 2933 de la boliviana LaMia nunca llegó a su destino. Sin combustible, se estrelló en las montañas de Medellín matando a 71 de las 77 personas a bordo y dejando destrozadas a centenares más. 

 

La mayoría, familias muy jóvenes que perdían al centro de su economía en el inestable mundo del fútbol modesto, donde en una misma temporada puede haber varias mudanzas y muchos viven al día.

 

Además de los 19 jugadores, 14 miembros de la comisión técnica y nueve directivos del Chapecoense, también fallecieron 20 periodistas.

 

"El club se reconstruyó, recibió todo el apoyo, se movilizó, hizo un marketing sobre la tragedia mientras esas familias quedaban a un lado", lamenta Fabienne, quien harta del desamparo fundó junto a Mara Paiva, viuda del exfutbolista y comentarista Mario Sergio, la Asociación de Familiares y Amigos de las Víctimas del Vuelo del Chapecoense (AFAV-C).

 

Desde junio, reúnen los intereses de 62 afectados en la lucha por sus derechos.

 

"La tragedia no fue del Chapecoense, fue de las familias", afirma Paiva, que también reclama mayor implicación de los medios que tenían a empleados en el avión. 

 

Pasados doce meses, esta mujer de 51 años y voz firme dice no haber recompuesto su identidad después de perder a su compañero durante casi tres décadas, por quien aparcó su carrera de psicóloga para seguirle junto a su hijo. 

 

Por ahora solo ha recibido su póliza de vida y, como el resto de familias, rechazó la propuesta de la aseguradora de LaMia, que ofrecía 200.000 dólares por víctima a cambio de no recibir más reclamaciones en el futuro.

 

Con las investigaciones en Colombia y Bolivia aún por concluir, les pareció una locura.

 

Ahora trabajan en un complejo proceso legal que implicará los tres países para encontrar a los culpables de lo que consideran una "desgracia anunciada". 

 

"Queremos dejar todo claro para que no ocurra nunca más esa falta de celo, de cuidado, porque todos saben que esa compañía aérea era de reputación dudosa, de pésima salud financiera", reclama Paiva.

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