20 ago 2017 , 03:04

Tras el ataque, el balón vuelve a rodar en el Camp Nou de Barcelona

Muchos aficionados devolvieron sus entradas tras los atentados del 17 de agosto.

En una Barcelona conmovida pero con ganas de volver a la normalidad, el balón volvió a rodar en el Camp Nou para el partido Barça-Betis, rodeado de una fuerte seguridad tres días después del atentado ocurrido en esta ciudad española.

 

Un partido especial, no por ser el primero de esta Liga, sino especialmente porque significa "reconquistar la normalidad" de la ciudad en palabras del presidente regional de Cataluña, Carles Puigdemont.

 

Espacio de libertad y reivindicaciones durante la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), el mausoleo azulgrana se convirtió este domingo en un alegato contra el terror: "No tengo miedo", gritaba la grada.

 

En el césped, Messi y los suyos lucían un brazalete negro en señal de duelo y unas camisetas especiales para la ocasión en la que sus nombres fueron sustituidos por el de la ciudad "Barcelona".

 

En las gradas, pancartas con lemas como "Todos somos Barcelona" o "Nunca nadie nos podrá torcer", frase extraída del himno del club.

 

En la tienda del club, numerosos aficionados encargaban antes del partido camisetas con "Barcelona" en sus espaldas imitando a sus ídolos futbolísticos.

 

"Normalmente me las compro sin dorsal pero esta era una ocasión perfecta para reivindicar que seguiremos viviendo aquí, que no nos asustarán", explicaba David Berruezo, de 27 años, mientras esperaba que le confeccionaran su camiseta conmemorativa.

 

- "Un nudo en la garganta" -

 

Los exteriores del estadio parecían recobrar cierta normalidad: riadas de gente, camisetas y banderas azulgranas por doquier, aficionados escuchando atentamente la radio, avispados intentando revender entradas a precio de oro...

 

Pero el fuerte despliegue policial, con agentes armados y controles a los vehículos en cada esquina, y las banderas a media asta recordaban las masacres acontecidas en Barcelona y Cambrils, que dejaron 14 muertos y más de 120 heridos.

 

"Todavía se te hace un nudo en la garganta, pero viendo el Betis se nos quita el miedo", asegura José Fernández, conductor de autobús de 57 años, barcelonés pero aficionado del equipo sevillano.

 

El club verdiblanco se sumó también a los homenajes: sus jugadores saltaron al campo con una camiseta con el lema "El Real Betis con Barcelona" y sus directivos depositaron un ramo de flores en un homenaje a las víctimas en Las Ramblas.

 

- Entradas devueltas -

 

Pero, en una Barcelona conmovida y con uno de los sospechosos buscado por la policía, la asistencia al estadio pareció resentirse y las gradas mostraban numerosos asientos vacíos.

 

"Nos parece que hay menos gente, que está más tranquilo que en otros partidos. También es agosto y la gente está de vacaciones, pero creo que se nota", decía Teresa Serra, enfermera de 53 años acompañada por su amiga Anna Calvera.

 

Después del ataque, algunos aficionados, especialmente turistas, decidieron devolver sus entradas, informó el club sin precisar la cantidad. "Se les ha devuelto el dinero a todos, son circunstancias especiales y comprensibles", dijo un portavoz.

 

No fue el caso de Maarten Demunster, un diseñador de productos belga de 44 años que había comprado las entradas hace semanas para él y su hijo, que lucía la camiseta del Barça.

 

"Cuando lo escuché, me asusté. Durante dos segundos, me planteé no venir pero sólo fueron dos segundos. Es lo que quiere esta gente que hace cosas horribles", afirmó.

 

"Nosotros no habíamos planeado venir pero vimos esta mañana que había entradas disponibles y las compramos", explicó Ian Bellamy, director de ventas británico de 45 años, también acompañado por su hijo.

 

"¿Miedo? No, después de los ataques, la seguridad es siempre más fuerte".

 

En un tenderete de refrescos justo al lado del Camp Nou, Sandra Lorenzo se mostraba sorprendida: "Pensaba que habría como una histeria colectiva y veo bastante normalidad".

 

"A mi me daba reparo venir: hay mucha gente, todavía hay uno suelto, piensas que puede pasar otra vez... Rezaba para ver si lo suspendían", explica esta mujer de 41 años.

 

"Pero llevo 25 años trabajando aquí en cada partido. No serán estos quienes me harían quedar en casa".

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