20 nov 2014 , 02:18

Munro y diez relatos poderosos

En esta obra hay diez historias, una más poderosa que otra. Son una suerte de cuentos crud

Por Allen Panchana Macay

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Munro se ha ganado, palabra a palabra, el título de la reina del relato. Y una de sus joyas literarias es, sin duda, “Amistad de Juventud”, cuya primera publicación fue en 1990 y acaba de salir la décimo cuarta edición. 

 

En esta obra hay diez historias, una más poderosa que otra. Son una suerte de cuentos crudos, pero a la vez sinceros y luminosos que relatan los dramas de distintas mujeres que presencian los castigos del tiempo. Es un libro de vidas estropeadas, que no logran alcanzar la plenitud, ya se por esas peripecias del destino o por las propias desidias y mezquindades del ser humano. 

 

La primera historia que golpea es la de Flora. ¿Por qué la vida es tan injusta con ella? Aún así –y no quiero arruinar la sorpresa de los lectores que buscarán el libro- ella también demuestra que es capaz del perdón y la aceptación. O mejor dicho, la resignación. 

 

Luego, como en una cascada que cada vez toma más fuerza por la corriente de las letras, llega el drama de una viuda que visita el escenario de las glorias militares de su marido; la mujer que sueña cada noche con su madre muerta o la que se obsesiona por una poetisa menor. 

 

Munro (Ontario, Canadá, 1931) despliega extraordinariamente en “Amistad de Juventud”  su asombroso dominio narrativo y un talento único para crear nuevos universos con detalles tan sutiles como penetrantes. 

 

Pero también la Nobel de Literatura 2013 hace el ejercicio de escarbar en su memoria. De hecho, la historia de Flora se la transmitió su madre y luego la reconstruyó, completó e incluso modificó para descubrir al verdadero ser. Este relato es un tributo. “Soñaba a menudo con mi madre y, aunque los detalles del sueño variaban, la sorpresa era siempre la misma. El sueño se detenía, supongo que porque era demasiado transparente en su esperanza, demasiado complaciente en su perdón”. De allí la autora empieza a hilvanar su obra con una belleza de lenguaje que emociona. 

 

Los relatos de Alice Munro contienen muchas veces novelas enteras, “abarcan amplitudes temporales y saltos de generaciones que uno no imaginaba que pudieran caber en el espacio de unas pocas decenas de páginas”. 

 

La Nobel puede describir la cotidianidad de forma mágica. “El marido era una tipo bajo y calvo, educado y nervioso, fumador empedernido, y ella era una mujer grande y corpulenta, de hombros caídos, que siempre llevaba un delantal y un suéter de lana tejida. Él limpiaba los escaparates, barría la acera y cogía el dinero, y ella hacía los bollos y los pasteles y cosas que la gente nunca había visto antes…”.  

 

Y si ya lo he convencido, arriésguese y lea “Amistad de Juventud”. 

 

 

*Un agradecimiento especial a la periodista Jimena Rogel (@JimeNeko) por regalarme este libro y así poder acercarme a la obra de Alice Munro. 

 

 

Este texto está clasificado como un ESPACIO de OPINIÓN. 

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