25 mar 2012 , 06:31

Papa oficia misa ante cientos de miles bajo estatua de Cristo Rey

Decenas de miles de personas asistieron al Parque del Bicentenario, en la localidad mexicana de Silao, a la misa que ofició el papa Benedicto XVI, a la que asistieron 250 cardenales y obispos y los presidentes de las 22 Conferencias episcopales de América Latina y del Caribe.

Decenas de miles de personas asistieron al Parque del Bicentenario, en la localidad mexicana de Silao, a la misa que ofició el papa Benedicto XVI, a la que asistieron 250 cardenales y obispos y los presidentes de las 22 Conferencias episcopales de América Latina y del Caribe.

También asistieron prelados de todo el continente americano, entre ellos de EE.UU. y Canadá, y 3.000 sacerdotes.

El papa llegó al recinto tras sobrevolar el Santuario de Cristo Rey, en la cima del cerro del Cubilete, bajo el que se encuentra el Parque del Bicentenario, construido para conmemorar el bicentenario de la independencia mexicana.

El obispo de Roma recorrió el recinto en el papamóvil, en medio de los aplausos, vivas y cánticos de los presentes, muchos de los cuales lo esperaban en el Parque del Bicentenario desde ayer, para encontrar buen sitio, soportando estoicamente el calor.

A Benedicto XVI le fue entregado un sombrero charro mexicano, que el pontífice no dudó en colocarse y con el que prosiguió su recorrido entre los asistente.

La misa corresponde al quinto domingo de Cuaresma y en la misma cantó una orquesta formada por 60 músicos y un coro compuesto por 200 personas.

Benedicto XVI pidió a los cristianos que resistan a la tentación de una fe "superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente", y que superen el "cansancio" de la fe.

El obispo de Roma reiteró la necesidad de una nueva evangelización en este continente que conoce a Jesucristo desde hace ya más de 500 años, pero en el que avanza la secularización y la penetración de las sectas y señaló que la misión continental puesta en marcha tras su visita a Aparecida, en Brasil, en 2007, tiene ese objetivo.

"En Aparecida, los obispos de Latinoamérica y el Caribe han sentido con clarividencia la necesidad de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio. La Misión Continental tiene el cometido de hacer llegar esa convicción a todos los cristianos y comunidades eclesiales, para que resistan a la tentación de una fe superficial y rutinaria, a veces fragmentaria e incoherente", dijo.

El papa agregó que también se ha de superar el cansancio de la fe y recuperar la alegría de ser cristianos, de estar sostenidos por la felicidad interior de conocer a Cristo y de pertenecer a su Iglesia.

Benedicto XVI destacó que tanto México como América Latina atraviesan momentos de dolor, pero también de esperanza.

Durante la celebración religiosa, el papa regaló un mosaico de Cristo Rey para que sea colocado en el interior del Santuario del Cubilete.

Concluida la misa y el ángelus, el pontífice se dirigió a una imagen de la Virgen de Guadalupe, patrona de México y de Latinoamérica, donde oró.

Después bendijo 91 reproducciones de la Virgen de Guadalupe destinada a todas las diócesis de México.

Benedicto XVI quiso celebrar esta misa bajo la estatua de Cristo Rey, uno de los símbolos del catolicismo mexicano y uno de los lugares que no pudo visitar Juan Pablo II en sus cinco viajes a México, para así, dar continuidad a aquellas visitas y honrar hoy su memoria.

La estatua de Cristo Rey del Cubilete es la segunda estatua más importante del mundo tras la del Cristo de Corcovado de Río de Janeiro y uno de los mayores monumentos religiosos mexicanos, meta de una peregrinación anual a caballo el día de la Epifanía.

La estatua está colocada en la cima del cerro del Cubilete, el más alto de la región, con 2.700 metros de altura, y ubicado en el centro geográfico de México.

La escultura de bronce pesa 80 toneladas y mide 22 metros de altura. El Cristo tiene los brazos abiertos y a cada lado tiene un ángel. Uno tiene en su mano una corona real y el otro una corona de espinas.

Sin embargo, esta es una réplica, ya que la original fue realizada en 1923 y destruida en 1926 en un bombardeo ordenado por el presidente Plutarco Elias Calles al principio de la revuelta de los cristeros (1926-1929).

La actual escultura fue inaugura en 1940 y cofinanciada por el Gobierno mexicano como gesto de buena voluntad hacia la Iglesia católica.

La Guerra Cristera fue un conflicto armado entre partidarios y miembros de la Iglesia católica y el entonces Gobierno de México, por disconformidad de los religiosos con la aplicación de los preceptos constitucionales relativos a materia eclesiástica.

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