09 dic 2025 , 11:38

La FEF reprueba: ningún árbitro ecuatoriano en el Mundial 2026

La ausencia total de árbitros ecuatorianos en el Mundial 2026 evidencia una década de abandono institucional y la incapacidad de la FEF para profesionalizar un referato que lleva años sin levantar cabeza.

   

La noticia de que ningún árbitro ecuatoriano fue considerado por la FIFA para el Mundial 2026 ha generado molestia en algunos sectores, pero siendo honestos, no debería sorprender a nadie.

Más allá de algunos nombres que han mostrado actuaciones aceptables a nivel internacional, la realidad es que el arbitraje ecuatoriano no ha logrado sostener un nivel que lo acerque a los estándares de una Copa del Mundo.

Franklin Congo, Augusto Aragón, Guillermo Guerrero, Carlos Orbe o Luis Quiroz han tenido partidos aceptables en Sudamericana o Libertadores. Pero esos destellos aislados no compensan una lista demasiado larga de errores graves cometidos por ellos mismos y otros más en el torneo local.

Equivocaciones que han cambiado resultados, que han costado puntos decisivos, que han encendido polémicas jornada tras jornada y que son la razón de fondo por la que, afuera, simplemente no confían en ellos.

¿Cómo aspirar a un Mundial cuando en casa es posible armar, cada fin de semana, un ránking de fallas groseras? Hemos visto goles validados pese a que el VAR pidió revisar la jugada y no lo hicieron, finales disputadas en campos convertidos en piscinas o partidos jugados en penumbra por fallas eléctricas, jueces sin carácter necesario para suspender partidos que debían suspenderse.

Si en el país el estándar es bajo, afuera no van a premiarlo. Y la FIFA, como se ha visto, prefiere incluso árbitros de países que ni siquiera clasificaron al Mundial. No porque el rendimiento de una selección determine la calidad de sus árbitros —no hay correlación directa—, sino porque simplemente ofrecen mejores garantías que los nuestros.

Y esto manda un mensaje muy claro: mientras el fútbol ecuatoriano gana prestigio con jugadores brillando en Europa y Sudamérica, levantando títulos en el Mundial de Clubes, la Champions o la Libertadores, nuestros árbitros no avanzan al mismo ritmo. No es solo una deuda deportiva: es una señal institucional alarmante.

Porque aquí hay un responsable directo: la Federación Ecuatoriana de Fútbol. La misma FEF que presume la clasificación de la selección al Mundial 2026, es también la que administra la Comisión Nacional de Arbitraje y, por lo tanto, la que ha reprobado rotundamente en la formación, actualización y profesionalización del referato.

La última presencia ecuatoriana en un Mundial fue en Brasil 2014 con Carlos Vera, Byron Romero y Christian Lescano. Desde entonces, nada. Una década completa sin un solo juez en la máxima cita, un verdadero papelón.

La falta de preparación, el presupuesto insuficiente, las demoras en los pagos, la escasa planificación y la nula estrategia de desarrollo han pasado factura. Y no es culpa de los árbitros, ellos no son los llamados a sostener un sistema que los abandona; es culpa de la FEF y su comisión, que deberían construir un proyecto serio y sostenido y, en su lugar, han dejado que el arbitraje nacional se estanque.

Por eso, que no haya árbitros ecuatorianos en el Mundial 2026 no es una injusticia: es la consecuencia lógica de años de desidia. Mientras no exista una reforma profunda, estructurada y profesional, seguiremos viendo cómo el fútbol ecuatoriano brilla afuera, mientras su arbitraje continúa coleccionando sombras.

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