03 ago 2016 , 06:57

La alianza Nebot-Montúfar

Lea un análisis de Carlos Rojas sobre la alianza entre Jaime Nebot y César Montúfar.

Opinion

 

 

Es comprensible que a muchas personas que siguen de cerca la política nacional les haya sorprendido el acuerdo electoral entre el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot, y el exlegislador César Montúfar. Al líder de los socialcristianos y a la cabeza de la Concertación les separa una brecha enorme que no tiene que ver tanto con los preceptos ideológicos que ambos persiguen, como con los estilos de liderazgo y las formas de ejercer la política y administrar el poder.

 

Montúfar, por sus quilates académicos, es un demócrata convencido y un político profesional al que le interesan los partidos modernos y el debate civilizado. Nebot es un líder tradicional, convencido de su capacidad de convocatoria y con un estilo de mando muy vertical.

 

Si se parte de la premisa de que los socialcristianos serán junto a Alianza País y el grupo de Guillermo Lasso uno de los tres sectores políticos que concentre la votación en la próxima contienda, es fácil concluir que Montúfar y su naciente movimiento se treparon a uno de los carros ganadores. Su objetivo sería sobrevivir electoralmente, aunque de la mano de un frente político donde el PSC, como ha ocurrido en tantas ocasiones, tendrá la última palabra.

 

Sin embargo, el pragmatismo puro y duro no es precisamente una característica de Montúfar, quien reúne en su carrera política más reveses electorales que triunfos. Además, a decir del interés que figuras jóvenes, cercanas al Alcalde de Guayaquil, han puesto en la llegada de la Concertación, este pacto político puede traer consigo un verdadero ganar-ganar.

 

Nebot ha hecho esfuerzos por mostrarse como una figura madura que gracias a su distante pero influyente peso nacional ha podido sobrevivir al cataclismo de la partidocracia experimentando cierta evolución. Sin embargo, el PSC no ha logrado romper las barreras ni esquivar los remilgos de influyentes sectores quiteños que aún recuerdan el atropello socialcristiano de los años 80. Si una vez más la llamada centroizquierda quiteña ha dicho no a una alianza con Nebot, las conversaciones con la Concertación pueden ser un primer paso interesante para romper ciertos imaginarios.  Claro está que en esta apuesta, la Concertación puede terminar golpeada. Eso se verá en febrero del 2017.

 

El PSC sabe que el peso de Montúfar no viene por el caudal de los votos, sino por la claridad de su hoja de ruta para superar el correísmo e iniciar una suerte de transición, marcada por un profundo cambio constitucional y una fiscalización estricta a la revolución ciudadana (¿Nebot estará dispuesto a tanto?).

 

Muy pocos políticos como el líder de la Concertación han logrado descifrar los códigos del oficialismo desde una construcción teórica así como de un seguimiento minucioso de cada paso que ha dado el gobierno en su afán por el poder real.

 

Montúfar puede ser ese arquitecto del poscorreísmo. También, en su calidad de político que ha dialogado con todos los frentes (Lasso, Rodas, Ayala Mora, Paco Moncayo, indígenas…) manteniendo una imagen respetable, puede convertir a la Concertación –si los votos le permiten- en una suerte de partido bisagra que facilite el flujo de las negociaciones en los sectores de oposición durante una probable segunda vuelta, pues Nebot y Lasso tendrían que volverse a hablar, así como en la siguiente legislatura donde la gobernabilidad será una tarea compleja. ¿Jugarán los astros a su favor?

 

 

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