19 jul 2016 , 04:14

El último supletorio del CNE

Lea un análisis político sobre los próximos comisios electorales por Carlos Rojas.

No es aventurado suponer que el proceso electoral que está en marcha será el más escrutado de la última década. Juan Pablo Pozo, como titular del Consejo Nacional Electoral, tiene en sus manos un inmenso desafío: velar por la salud del sistema democrático. Si se parte de la hipótesis de que los comicios del 19 de febrero del 2017 podrían ser la puerta por donde Ecuador busque una transición política ordenada, luego de 10 años de hegemonía correísta, o, de hecho, la cita en la que se refrende nuevamente a Alianza País, la gestión del CNE resulta muy delicada. Hay varias cosas en juego:

 

1.-  Que el proceso de inscripción de las organizaciones políticas, que culminará el 18 de agosto, sea transparente, sin lugar presiones externas para validar o no determinadas candidaturas. De cómo quede integrado el registro electoral, la sociedad ecuatoriana estará en capacidad de plantearse o no una reforma futura al sistema de partidos políticos.

 

2.- Que el CNE asuma como una prioridad el plan de transparencia electoral que la mayoría de fuerzas políticas, por fuera del oficialismo, han impulsado para estos comicios. No hacerlo, sería sembrar dudas innecesarias sobre la verdadera independencia del CNE. 

 

3.- Garantizar que el control al sistema de escrutinios sea abierto al público y con la participación de todas las organizaciones políticas para alejar cualquier fantasma del fraude.

 

En este punto, Pozo hizo muy bien en invitar a la OEA para los procesos de observación electoral, pese a la reticencia del Gobierno. También fue una decisión inteligente que el voto electrónico haya sido postergado.

 

4.- Empezar a monitorear, en serio, el uso de recursos públicos en la promoción de las candidaturas de los partidos y movimientos que están en el poder, a diferente escala. Pozo sabe que los tiempos judiciales son demasiado lentos y pueden socavar la credibilidad del organismo electoral, pues a la ciudadanía no le gustó ver que la legisladora Marcela Aguiñaga y Alianza País hayan impulsado en Guayaquil una campaña de carnetización de militantes, en donde “coincidieron” varias instituciones del Estado ofreciendo cocinas de inducción, préstamos quirografarios o telefonía celular. 

 

Qué decir sobre esas cadenas de la Secom, donde el vicepresidente Jorge Glas carga muebles y reparte abrazos en las zonas golpeadas por el terremoto. ¿Es eso campaña anticipada? ¿Si finalmente, Alianza País decide postular al segundo mandatario, cuál será la respuesta del CNE frente a esas piezas ‘de rendición de cuentas’?

 

Pozo es un funcionario joven; apenas está construyendo una carrera política. Del éxito de este proceso electoral dependerá su prestigio a futuro. Caso contrario terminará, como sucedió con sus dos antecesores, luciendo una credencial de filiación correísta que no le hizo bien a la democracia. 

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