29 oct 2014 , 08:19

La asombrosa recuperación de las tortugas de las Islas Galápagos

Las tortugas gigantes pueden vivir por más de 100 años y llegar a pesar hasta 250 kilos.

Jonathan Webb

BBC

Tortuga gigante

Las tortugas gigantes pueden vivir por más de 100 años y llegar a pesar hasta 250 kilos.

 

 

 

 

 

Eran 15 y ahora son 1.000.

Tras cuarenta años de trabajo, los expertos lograron estabilizar la población de tortugas gigantes en la Española, una de las islas del archipiélago ecuatoriano de las Islas Galápagos.

El número de tortugas se había reducido drásticamente hacia los años 60, pero ahora, según un estudio, el peligro de extinción en esta isla parece haber quedado en el pasado, gracias a un programa de reintroducción de animales criados en cautiverio.

Las tortugas de las Galápagos, de las que quedan 11 subespecies, pesan hasta 250 kilos y viven más de 100 años.

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Ejemplo singular

Los resultados de la investigación marcan un claro contraste con la historia del Solitario Jorge, el último ejemplar su subespecie hallado en la Isla Pinta -en el otro extremo del archipiélago- que falleció en 2012 cuanto tenía unos cien años.

James Gibbs, autor principal del estudio, le dijo a la BBC que lo que ocurrió en la Española "es uno de esos raros ejemplos de éxito en el ámbito de la conservación, rescatamos algo que estaba al borde de la extinción y ahora, literalmente, subsiste por sí mismo".

Gibbs, del Colegio de Ciencias Medioambientales y Silvicultura de la Universidad Estatal de Nueva York (SUNY-ESF, por sus siglas en inglés), y su equipo descubrieron que los individuos que fueron liberados en la isla en 1973 aún están vivos y se están reproduciendo con éxito suficiente como para garantizar la supervivencia de la población.

"Parece que ya podemos irnos", dice el investigador.

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Cabras, las grandes enemigas

Cactus

Las cabras, que habitaron la isla por cerca de 100 años se comieron vegetación crucial para las tortugas.

 

 

 

 

 

En los años 60, sólo quedaban en la isla 12 hembras y 3 machos.

"Eran tan pocas que no podían encontrarse. A muchas hembras les estaba creciendo liquen y hongos en la espalda. Eso es una indicación de que no se habían apareado en mucho tiempo", explica Gibbs.

Estos animales fueron llevados a un espacio delimitado en otra isla para tratar de aparearlos. En las décadas siguientes, se liberaron más de 1.500 de sus descendientes en la Española.

Sin embargo, no era cuestión simplemente de dejarlas en la isla. Los problemas para las tortugas habían comenzado mucho antes, hace cerca de cien años, cuando se introdujeron las cabras salvajes que devoraron gran parte de la vegetación de la isla, causando daños al ecosistema.

Cactus

El programa demoró 40 años hasta lograr estabilizar la población de tortugas.

 

 

 

 

 

Las cabras aprendieron incluso a comer cactus, cuyas hojas son una fuente importante de alimentación para las tortugas en la estación seca.

"Se comían las raíces, los troncos y finalmente los cactus. Y, en una semana o dos, acaban con una extensión de cactus que había crecido a lo largo de 500 o 1000 años", señala Gibbs.

Los conservacionistas se propusieron sacrificarlas en los años 70 y para los 90, ya las habían erradicado.

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El secreto del éxito

No obstante, su legado, aún está presente.

Análisis muestran que las plantas y el suelo han cambiado y dado lugar a vegetación más grande en los cien años que las cabras habitaron la Española.

"La restauración de la población es una cosa, pero la restauración ecológica tomará mucho más tiempo", dice el investigador.

Rebecca Scott, una ecologista que se dedica a estudiar tortugas de Kiel, Alemania, dice que los resultados de la investigación muestran lo importante que es monitorear la reintroducción cuidadosamente.

"Reintroducir estas especies grandes que son clave, a la vez que se reduce el crecimiento de las especies invasoras, puede contribuir a que una ecosistema regrese a su estado original", dice Scott.

"Este trabajo pone de manifiesto el mérito de los programas de reintroducción bien manejados pero también el del control de estos animales", añade la científica.

Gerardo García, herpetólogo del Zoológico de Chester, en Reino Unido, reconoce que la situación era compleja y que el programa resultó exitoso porque fue manejado con cuidado en el largo plazo.

"Es un proceso largo, pero es normal que tome décadas", le dijo a la BBC.

"Nada que uno libere se estabiliza en menos de 20 o 30 años", concluyó García.

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