02 feb 2015 , 08:26

Japón, a examen por su gestión de la crisis de los rehenes

Los analistas consideran que las ejecuciones han sido una llamada de advertencia a Japón.

El fracaso de Japón en su gestión de la crisis de los dos rehenes decapitados por el grupo Estado Islámico (EI) siembra dudas sobre su habilidad para manejar una crisis internacional de estas características.

 

Los analistas consideran que las ejecuciones han sido una llamada de advertencia a Japón, país oficialmente pacifista que lleva mucho tiempo rehusando involucrarse en los conflictos de Oriente Medio, y que su tibia respuesta a la crisis revela la debilidad de sus recursos diplomáticos en la zona.

 

"La falta de información dificultó al gobierno manejar la situación", afirma Takashi Kawakami, experto en seguridad y profesor en la Universidad de Takushoku.

 

"Es una llamada de advertencia. Tras esta experiencia, el gobierno tendrá que dar un impulso a las operaciones de inteligencia, tanto dentro como fuera del país".

 

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En un vídeo difundido el sábado, el EI aseguró que había decapitado al corresponsal de guerra Kenji Goto, una semana después de la ejecución de otro japonés, Haruna Yukawa.

 

Conforme se desarrollaba la crisis, se hizo evidente la falta de contactos y experiencia de Tokio en la región.

 

Japón pareció depender completamente de su aliado jordano, que intentaba por su parte liberar a un piloto de su ejército del aire, también capturado por los yihadistas.

 

Masanori Naito, profesor de estudios islámicos y de Oriente Medio en la universidad de Doshisha, cree que para Japón habría sido más lógico acudir en demanda de ayuda a Turquía, que ya ha gestionado previamente la liberación de rehenes del EI.

 

El domingo, Tokio aseguró que estaba actuando en la recolecta de información y el refuerzo de la seguridad en los organismos japoneses en el mundo.

 

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Mandar tropas 

 

"Es probable que el gobierno empiece a estudiar la idea de movilizar al ejército" en situaciones en las que haya japoneses en peligro en el extranjero, consideró Naito.

 

El diario Yomiuri se hizo eco de este punto, asegurando que era "importante que el gobierno y los partidos ahonden en las discusiones sobre ese asunto".

 

El primer ministro, Shinzo Abe, ya  presionó para modificar la pacifista constitución nipona y ampliar su capacidad militar, que desde la Segunda Guerra Mundial está restringida al rol de autodefensa. 

 

Pero la idea chocó con una fría respuesta por parte de la opinión pública, y la crisis de los rehenes ha ampliado los recelos acerca de la intención de Abe de impulsar el papel diplomático-militar de Japón en el escenario mundial.

 

El drama de los rehenes se produjo después de que Abe prometiera el mes pasado durante una gira por Oriente Medio 200 millones de dólares de ayuda para los países que acogen a refugiados del EI provenientes de Irak y Siria. Los yihadistas exigieron la misma cantidad como rescate por los dos prisioneros japoneses, que al parecer llevaban meses retenidos.

 

En el vídeo del EI, el supuesto verdugo de Goto advierte de que la ejecución es el resultado de las "insensatas" políticas de Tokio, y afirma que la "pesadilla para Japón" solo acaba de empezar. 

 

'Ayuda humanitaria' 

 

Cuando el primer ministro nipón anunció la ayuda de 200 millones, ya sabía que el EI tenía a dos rehenes japoneses, lo que hace dudar a algunos especialistas sobre la inteligencia de ese gesto.

 

"Abe subrayó que se trataba de ayuda humanitaria, pero al anunciarlo dijo que el dinero era para asistir a países 'que combatían al EI'. ¿Fue inteligente enunciarlo así?", se pregunta Tomoaki Iwai, profesor de políticas de la universidad de Nihon.

 

Japón admitió que las negociaciones se habían estancado días antes de que el EI anunciara la ejecución del segundo rehén. En realidad, los diplomáticos nipones nunca tuvieron una línea directa con los yihadistas y nunca hubo un cara a cara para discutir el rescate.

 

Tampoco quedó claro si el EI era serio a la hora de negociar, ya que rápidamente cambió la petición del rescate por la exigencia de canjear a Goto y al piloto jordano por una suicida iraquí presa en Jordania. 

 

En cualquier caos, la crisis ha mostrado a Japón que su imagen como pacífico donante de ayuda humanitaria no le garantiza inmunidad frente a la violencia yihadista. 

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