01 ene 2015 , 09:58

Kim Jong-un tiende la mano a Seúl en un gesto que genera cautela

Kim dijo estar dispuesto a celebrar una cumbre con la presidenta surcoreana, Park Geun-hye.

El líder norcoreano, Kim Jong-un, tendió hoy la mano a la vecina Corea del Sur en su discurso de Año Nuevo, gesto recibido con una mezcla de optimismo y cautela en Seúl, donde el Gobierno ya propuso esta misma semana retomar contactos.

 

En su discurso de Año Nuevo emitido por la televisión estatal Kim dijo estar dispuesto a celebrar una cumbre con la presidenta surcoreana, Park Geun-hye, siempre que el clima diplomático sea propicio.

 

"Dependiendo de los ánimos y las circunstancias que se creen, no hay razón para no mantener conversaciones del más alto nivel", explicó el líder del régimen Juche.

 

Esta ha sido la primera vez que Kim ha hablado de celebrar un encuentro entre los líderes de las dos Coreas, las cuales siguen técnicamente en guerra, ya que el conflicto que las enfrentó entre 1950 y 1953 se cerró con un armisticio en vez de un tratado de paz.

 

Kim insistió en la necesidad de un "gran cambio" en las relaciones Norte-Sur, y dijo que Pyongyang hará "todos los esfuerzos posibles" para mejorar el diálogo y la cooperación con Seúl.

 

"El Gobierno considera significativo que Kim mostrara una actitud positiva hacia el diálogo Sur-Norte en su discurso de Año Nuevo", respondió en un comunicado el Ministro de Unificación surcoreano, Ryoo Kihl-jae.

 

Ryoo recalcó que Seúl y Pyongyang necesitan llevar a cabo encuentros "francos y sustanciales" para acercar posturas encontradas.

 

"Con esa idea en mente, nuestro Gobierno tiene esperanza en el diálogo entre autoridades surcoreanas y norcoreanas en el futuro sin poner límites concretos en cuanto al formato de dichos encuentros", concluyó el ministro de Unificación surcoreano.

 

En cuanto a los medios y analistas en Seúl, la mayoría recibieron el mensaje con un optimismo moderado.

 

Los antecedentes del régimen de Pyongyang, conocido por su carácter voluble e impredecible en materia diplomática, así como la larga serie de diferencias que actualmente dividen a los dos Gobiernos, parecen justificar la tibieza con la que se interpretó el discurso en la capital surcoreana.

 

Un comité para la reunificación del Gobierno del Sur ya propuso esta misma semana un encuentro entre ministros de las dos Coreas en enero para acercar posturas en temas como las reuniones de familias separadas por la Guerra de Corea.

 

A su vez, la presidenta Park urgió en la víspera, también en su discurso para despedir el año y dar la bienvenida a 2015, a "poner fin a la Guerra Fría en la península coreana".

 

Corea del Sur espera progresos significativos en su relación con el Norte en el recién iniciado 2015, año en el que se cumple el 70 aniversario del fin del dominio colonial (1910-1945) de Japón sobre la península coreana.

 

"Por ello, existe la posibilidad de que los dos lados rompan el actual estancamiento diplomático mostrando una actitud más flexible", explicó en declaraciones a la agencia Yonhap el profesor Yang Moo-jin, de la Universidad de Estudios Norcoreanos de Seúl.

 

Sin embargo, el que se logren avances significativos este año resulta incierto por las severas diferencias entre ambas partes.

 

En ese sentido, Kim reiteró en su discurso el rechazo de Pyongyang hacia los ejercicios militares conjuntos que las tropas surcoreanas y estadounidenses realizan regularmente al sur del paralelo 38.

 

Aunque de manera breve y sin aludir al caso del ciberataque a Sony Pictures del que Washington acusa a Pyongyang, el líder norcoreano llamó también en su discurso a que Estados Unidos, principal aliado de Corea del Sur, cese su política "anacrónica y hostil" contra Corea del Norte.

 

Al mismo tiempo insistió en que su régimen perseverará en su programa de crecimiento económico en conjunción con el de desarrollo de armas nucleares, algo que Washington, Seúl o Tokio consideran inaceptable si Pyongyang quiere volver a negociar la recepción de ayuda externa.

 

Otro punto de desencuentro es que, para levantar sanciones al régimen de los Kim, Seúl pide a su vez como condición previa a Pyongyang que reconozca que provocó el hundimiento de una corbeta surcoreana que costó la vida a 46 soldados en 2010.

 

Al mismo tiempo, Corea del Norte considera inaceptable que Seúl permita continuamente a activistas surcoreanos enviar a su territorio globos cargados con panfletos en contra del régimen, algo que el Gobierno de Park ve como parte de la libertad de expresión. 

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