05 sep 2014 , 10:51

La "Pompeya" de Islandia que está emergiendo de las cenizas

Hace 41 años, una erupción volcánica generó gran impacto, al enterrar en ceniza.

Joanne Whalley

BBC, Islandia

Casa sepultada en ceniza en Islandia.

Heimaey ha sido bautizada como la "Pompeya del Norte" por los arqueólogos.

 

 

La erupción del volcán Bardarbunga la semana pasada trajo a la memoria la paralización del tráfico aéreo europeo durante varias semanas en 2010 cuando una nube de ceniza se extendió por el continente.

Lea: La erupción que cambió Islandia para siempre

 

Pero hace 41 años, otra erupción tuvo un impacto mucho mayor, al enterrar en ceniza cientos de casas. Hoy, la "Pompeya del Norte" se ha convertido en una atracción turística.

 

"!Despierta, ha pasado algo terrible en la isla! ¡Hay una erupción!". Así recuerda Helga Jondsottir a su madre, despertándola aquel 23 de enero de 1973, a las dos de la madrugada.

 

Ella tenía 17 años y vivía en la isla de Heimaey, que pertenece a Islandia. Un sistema volcánico que había permanecido en calma durante 5.000 años estalló sin previo aviso, causando un desgarro de más de 2 kilómetros en la tierra.

 

Ahora Helga regenta en la isla un café que conmemora aquella noche. Las mesas están cubiertas con fotos y textos que relatan la historia de las familias que perdieron sus casas bajo la lava. Mientras narra esto, Helga bebe un café humeante.

 

Erupción en Islandia.

Sorprendentemente, casi todos los 5.000 habitantes de la isla de Heimaey, en Islandia, consiguieron escapar.

 

 

"Corrí hacia la ventana frente a mi dormitorio y vi una columna de fuego que salía de la tierra hacia el cielo", recuerda. "Estaba espantada".

 

Su familia huyó de la casa y se dirigió hacia el puerto para escapar en barco. Al zarpar, vieron con horror una lengua de lava que serpenteaba por el lecho marino en su dirección. "En ese momento pensamos que era nuestro final", me dice Helga.

 

Sorprendentemente, casi todos los 5.000 habitantes de la isla consiguieron escapar. Solo uno murió por una explosión de gas. Pero la erupción duró cinco meses, sepultando 400 casas en Heimaey. Los que evacuaron la isla iniciaron una vida nueva en la isla principal de Islandia. Muchas de las personas con las que hablé me dijeron que fueron tiempos muy dolorosos. En un solo año, Helga se mudó una decena de veces.

 

Ella, como muchos otros, estaba decidida a volver.

Lea: Islandia, tras las cenizas del volcán

 

Turistas

Ahora muchos esperan que los eventos de aquella noche sirvan para atraer turistas a la pequeña isla de Heimaey, que ha sido apodada la "Pompeya del Norte" por los arqueólogos que han trabajado en la recuperación de los edificios sepultados.

En fotos: Vacaciones dentro de un volcán

 

Un museo ha sido erigido en torno a los restos de una de las casas.

 

Gerdur Siguroardottir.

Antes de la erupción Gerdur Siguroardottir había estado cosiendo un suéter que no pudo llevar consigo.

 

 

Gerdur Siguroardottir vivía allí con sus tres hijos pequeños. El menor era un recién nacido, me dice mientras me guía por los montones de ceniza negra que aún cubren buena parte de su casa y me muestra lo que quedó de su salón.

 

Puedo distinguir la forma de un sofá, pero como buena parte de la casa se desintegró y fundió con el intenso calor.

 

Algunas habitaciones se han conservado parcialmente bajo los 15 metros de ceniza y lava solidificada que cubrían la casa. Gerdur ha conseguido recuperar algunas de sus pertenencias que han permanecido intactas. Se agacha para alcanzar un objeto cubierto por polvo carbonizado y me dice, "de mi recién nacido".

 

En las horas previas a la erupción, Gerdur había estado cosiendo este suéter, que no pudo llevar consigo.

 

Trauma

Pero no todos en la isla se han alegrado de recuperar los restos de un pasado traumático.

 

En el proceso de excavación, parte de una casa vecina fue también desenterrada. El techo y ventanas superiores emergieron de la montaña de ceniza colindante con el museo. Una mujer que está de visita junto con su hijo se acerca y me dice que sus padres vivían allí.

 

Para ellos es muy doloroso ver el armazón destruido de su casa 40 años después.

 

Señala hacia la casa hundida y me dice: "Fue un capítulo que ya han cerrado".

 

Pero Gerdur sí ha podido encarar el amargo momento de ver sus pertenencias de nuevo, décadas después de haberlas dejado atrás.

 

Permanece de pie con gesto de orgullo frente a su casa mientras unos turistas toman fotos, encantada con el hecho de que otros puedan aprender sobre la historia de la isla al ver los restos de su casa. "Mi marido me dijo, 'solo voy a construir una casa una vez en mi vida' y voy a usar los mejores materiales'", dice mientras señala al techo del edificio, que resistió el impacto de la erupción.

 

"Estaba construyendo una casa resistente que pudiera estar aquí para siempre. Y en cierto modo, tenía razón."

Noticias
Recomendadas