06 ene 2014 , 12:00

Ciudad de España pide declarar patrimonio a su tradicional Cabalgata de Reyes Magos

Cerca de 2.000 personas participan en esta mágica estampa, personajes que iluminan la ciudad.

La Cabalgata de los Reyes Magos de la ciudad de Alcoy (sureste), la más antigua de España con 129 años de historia, ha pedido este año a Sus Majestades de Oriente que la UNESCO la declare Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

 

En caso de conseguirlo, la declaración no solo amparará a esta cabalgata de especial singularidad, ya que la candidatura que prepara el Ayuntamiento de Alcoy ante la UNESCO engloba también al "Belén de Tiristi", una de las pocas representaciones en el mundo de títeres de varillas, y al Bando Real, en el que los niños depositan sus cartas en las sacas que portan decenas de burritas.

 

En la noche de este domingo, 5 de enero, con la ilusión de los más pequeños, Alcoy extrapola la majestuosidad que siempre acompaña a sus fiestas de Moros y Cristianos para envolver su Cabalgata de Reyes Magos, a la que le añade elementos tradicionales propios y otros muy singulares, casi únicos.

 

Documentada por primera vez en 1866, como así la recogió el periódico El Heraldo de Alcoy, es a partir de 1885 cuando adquiere las características que actualmente la definen: un reencuentro de los Reyes Magos: Melchor, Gaspar y Baltasar con los niños bajo un manto particular de magia e ilusión a lo largo de todo su recorrido.

 

Cerca de 2.000 personas participan en esta mágica estampa, en la que tienen cabida reses, caballos, carros agrícolas, carrozas, bandas de música, grupos de danza y "antorcheros", personajes que iluminan las calles de la ciudad para que los Reyes Magos puedan visualizar los rostros de los más pequeños de la casa.

 

Al mismo tiempo, los "trompeteros" inundan de sonoridad la llegada de los Reyes Magos.

 

Aunque miles de personas esperan a sus Majestades a pie de calle, otros tantos son testigos de su llegada desde los balcones de sus casas. Hasta ellos y sirviéndose de escaleras, centenares de pajes tiznados entregan los regalos anhelados.

 

Esta escena se repite una y otra vez a lo largo de la cabalgata.

 

El público no logra centrar su mirada más de tres segundos en una sola estampa. Mira a los Reyes, gira su cabeza para observar la subida de los pajes hasta el balcón, agacha su rostro para localizar algún caramelo caído en el suelo y detiene sus ojos ante la luz de los "antorcheros".

 

Cuando Melchor, Gaspar y Baltasar llegan a la plaza de España de la ciudad -a mitad de recorrido-, donde se ubica el Nacimiento, los Reyes Magos descienden de sus cabalgaduras para adorar al Niño Jesús. Fuegos de artificio y volteo de campanas acompañan este momento.

 

Después de la entrega de presentes en el Portal de Belén, el séquito continúa y los pajes negros siguen con su trabajo. En calles y balcones se respiran sueños.

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