14 nov 2013 , 08:22

La desesperada espera por ayuda en Filipinas

6 días después del fenómeno todavía hay sitios remotos adonde ha sido imposible llegar.

Antes de que tocara tierra se sabía que el tifón Haiyán era una de las tormentas más poderosas que se habían registrado en el planeta. Y cuando azotó a Filipinas se confirmaron todos los cálculos.

 

El desastre ha sido de tal magnitud que incluso seis días después del fenómeno todavía hay sitios remotos adonde ha sido imposible llegar.

 

Carreteras y caminos continúan bloqueados y en un país insular, rodeado de agua, hay poblados enteros sin agua potable ni electricidad.

 

Se calcula que unas 2.300 personas han muerto y, según Naciones Unidas, cerca de 11 millones están afectadas.

 

En las ciudades más impactadas por el supertifón en el centro del país, como Tacloban y Cebu, se describe una situación de desesperación y caos.

 

Los medios de comunicación locales hablan de sobrevivientes que están tan desesperados que han tenido que desenterrar tuberías y perforarlas tratando de obtener agua para beber.

 

Las críticas al gobierno del presidente Benigno Aquino, que comenzaron en los medios extranjeros, continúan ahora en la prensa nacional, que cuestiona abiertamente la aptitud de la operación de ayuda.

 

E incluso la encargada de asuntos humanitarios de Naciones Unidas, Valerie Amos, dijo que sentía que la ONU había desilusionado a muchos por la lentitud de la operación.

 

En medio de la frustración, se espera que la llegada a Filipinas este jueves de un portaaviones de Estados Unidos, el USS George Washington, dé un empuje masivo a los esfuerzos internacionales de ayuda en el país.

 

Con una capacidad enorme de apoyo, el George Washington, además de contar con sus propios aviones para distribuir ayuda, puede también actuar como una gigantesca base flotante para todo tipo de operaciones de helicópteros, tiene espacio para almacenar cantidades grandes de alimentos y suministros médicos y puede generar niveles importantes de agua potable.

 

Acompañan al portaaviones buques de guerra, embarcaciones de abastecimiento y vehículos anfibios que transportan infantes de marina estadounidenses.

 

Según el analista de la BBC, Nick Childs, "es el tipo de capacidad que sólo Estados Unidos puede desplegar".

 

Pero mientras esa ayuda llega a los necesitados, han surgido varias preguntas por lo que se ha descrito como la caótica respuesta a este desastre.

 

¿Estaba el gobierno de Filipinas preparado para el Haiyán?

Las comunidades filipinas están acostumbradas al paso de tifones. Muchas ciudades tienen un comité de manejo de desastres y estos tenían que haber contado con planes de preparación.

 

Los meteorólogos, además, habían pronosticado que Haiyán arrasaría a Filipinas como un "supertifón". El gobierno lanzó varias advertencias sobre ello y trasladó a miles de personas a refugios.

 

Pero en una entrevista con la BBC, Greg Barrow, portavoz del Programa Mundial de Alimentos (PMA) de Naciones Unidas, afirmó que Haiyán "fue único en escala e impacto" y "superó toda la capacidad" con la que el gobierno se había preparado.

 

Además, no se apreciaron en su totalidad los riesgos del aumento del nivel del mar provocado por la tormenta.

 

Richard Gordon, presidente de la Cruz Roja Filipina, le explicó a la BBC: "La gente no sabía del aumento del nivel del mar. El gobierno tuvo que haber advertido: 'Van a tener olas enormes, tsunamis'".

 

Aunado a esto, algunos pobladores no hicieron caso de las advertencias de evacuación y muchos refugios que se pensaba que eran seguros quedaron destruidos.

 

¿No planean las agencias de ayuda cómo manejar desastres como el de Haiyán?

Naciones Unidas y otras grandes agencias humanitarias tienen oficinas regionales en todo el mundo que coordinan los preparativos para un desastre.

 

"Fuimos creados para estar preparados en países donde es probable que ocurra algo", dijo Greg Barrow, del Programa Mundial de Alimentos.

 

Explicó que inmediatamente después de un desastre, el PMA envía equipos de emergencia para evaluar las necesidades de alimentos, la forma de hacer llegar los suministros y cuánto puede durar la emergencia.

 

También determinan la capacidad que tiene el país afectado para responder, si la infraestructura es apta para manejar cantidades grandes de abastecimientos de ayuda y si tiene lugares seguros para almacenarlos.

 

Sin embargo, en la práctica, la realidad puede ser muy diferente.

 

Aunque han llegado a Filipinas aviones con suministros, se ha informado que gran parte de la ayuda no ha sido distribuida debido a carreteras bloqueadas, una escasez de vehículos para entregarla y falta de acceso a gasolina.

 

Los medios de comunicación locales informaron que la ayuda humanitaria está acumulada en puertos y aeropuertos pero no hay forma de distribuirla; que hay niveles copiosos de gasolina pero no hay vendedores dispuestos a venderla, y que se están formando grupos

cada vez más grandes de voluntarios y trabajadores de rescate sin posibilidades de llegar a los afectados.

 

¿Por qué se ha retrasado la distribución de ayuda?

Según Sebastian Rhodes, el jefe del equipo de evaluación de desastres de la ONU, en el aeropuerto de Tacloban -una ciudad de 220.000 habitantes y una de las más afectadas por la tormenta- se produjo un "atasco" de ayuda que estaba lista para su distribución y que no hubo forma de movilizar.

 

Tal como le dijo Rhodes a la agencia de noticias AP, "(la ayuda) está en casi todo el país, menos aquí".

 

"Tenemos un verdadero desafío con la logística en términos de poder sacar las cosas del aeropuerto hacia la ciudad, fuera de la ciudad y hacia otras áreas. La razón es esencialmente que no hay camiones para entregarla y todas las carreteras están cerradas".

 

El miércoles, el presidente de la ONG Save the Children, Justin Forsyth, le dijo a la BBC que una vez que se retiren los escombros del aeropuerto de Tacloban tardarán diez horas en llegar a las zonas dañadas para entregar ayuda a los necesitados.

 

Otro problema ha sido la lejanía de muchas comunidades afectadas. Se dice que hay áreas adonde todavía no se ha logrado llegar.

 

"El retraso ha sido increíblmente frustrante y en algunos sentidos inaceptable", afirmó Greg Barrow, el portavoz del Programa Mundial de Alimentos de la ONU.

 

"Pero dada la magnitud y el impacto de la tormenta, se pudo haber hecho muy poco para evitarlo".

 

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