26 ago 2015 , 05:14

Colombia y Venezuela dialogan en medio de crisis fronteriza por deportaciones masivas

Las cancilleres de ambos países se reunieron para evaluar la situación de los deportados.

Colombia y Venezuela abordaban este miércoles en la ciudad de Cartagena la crisis que deja unos mil colombianos deportados, mientras en la fronteriza Cúcuta los albergues rebosaban y los expulsados protegían celosamente los enseres que rescataron de sus casas al otro lado de la frontera.

 

Junto a su perrita preñada, la colombiana Olinda Prado era una de las que cuidaba las pocas pertenencias que pudo llevar consigo cuando cruzó el río Táchira -que sirve de frontera natural a ambos países- tras ser expulsada de Venezuela, donde vivía desde hacía 10 años.

 

"Verdaderamente no tenemos dónde llevar el trasteo (...). Llovió y se nos mojaron todos los colchones anoche", dijo Prado sobre sus humildes pertenencias, mientras esperaba que camiones del ejército o la Policía colombiana la ayudaran a trasladar sus enseres.

 

Prado forma parte del millar de colombianos deportados por el gobierno de Nicolás Maduro, luego de que éste decretara el viernes un estado de excepción por 60 días en varias zonas del estado de Táchira, colindantes con Colombia.

 

 

La medida, que incluye el cierre de pasos fronterizos, fue tomada tras un ataque hace una semana en el que tres militares y un civil venezolanos fueron heridos en la ciudad de San Antonio de Táchira, ubicada frente a la colombiana Cúcuta, durante una operación anticontrabando.

 

El hecho, que Maduro achacó a "paramilitares colombianos", motivó la deportación masiva de colombianos, que supuestamente vivían irregularmente en Venezuela y que, según el último balance oficial, ascendían a 1.088 personas, entre ellos, 244 niños.

 

Para dialogar sobre la crítica situación humanitaria desatada, y sobre el contrabando y la actividad de grupos armados ilegales que aquejan a la frontera, están reunidas en la caribeña ciudad colombiana de Cartagena las cancilleres de Colombia, María Ángela Holguín, y de Venezuela, Delcy Rodríguez.

 

Una declaración es esperada al término del encuentro, en el que Colombia iba a dejar sentada su protesta "por la forma en que han sido maltratados" los colombianos, según anunció el propio presidente Juan Manuel Santos.

 

 Santos en la frontera

El mandatario colombiano, que más temprano negó en un foro en Bogotá que los problemas de Venezuela sean ocasionados por Colombia, como ha dicho Maduro al denunciar que el desabastecimiento en su país es provocado por el contrabando, visitaba esta tarde Cúcuta, donde los deportados recibían apoyo y ayuda humanitaria en varios albergues.

 

La estatal Defensoría del Pueblo reportó hasta ahora 451 quejas formales de colombianos, en medio de la crisis social desatada.

 

Los damnificados denunciaron sobre todo malos tratos de la militarizada Guardia Nacional Bolivariana de Venezuela, que los echó "con lo puesto" principalmente de barriadas en las afueras de San Antonio de Táchira, luego de marcar sus humildes casas con una "D" de deportados.

 

Llamado de Unasur 

En medio de la crisis, el secretario general de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), Ernesto Samper, pidió a Venezuela que suspenda de manera "inmediata" la ola de deportaciones de colombianos y ofreció la mediación de este organismo, previo pedido de ambos gobiernos y una vez que acaben las expulsiones.

 

Además, el expresidente colombiano (1994-1998) planteó "la creación de un mecanismo institucional para la defensa de los derechos de los deportados", según un comunicado difundido en Quito, donde funciona la sede de Unasur.

 

Antes de la difusión de ese comunicado, el también exmandatario César Gaviria (1990-1994) había pedido desde Bogotá la salida de Colombia de Unasur porque, según él, el organismo está "entregado" al gobierno de Venezuela.

 

Considerado por la ONU como el segundo país con mayor índice de homicidios del mundo, Venezuela afronta una crisis económica con alta inflación, devaluación del bolívar y escasez de dos tercios de los productos básicos, mientras se desploman los precios del petróleo, del que el país es altamente dependiente.

 

Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.219 kilómetros, en la que ambos denuncian la presencia de grupos irregulares que lucran con el contrabando de combustible y otros productos fuertemente subsidiados por el gobierno venezolano.

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