21 jun 2015 , 04:03

El papa venera la Sábana Santa en Turín, tierra de la que se siente "nieto"

Ante el lienzo, Francisco permaneció en silencio, absorto en un profundo recogimiento.

El papa viajó hoy a Turín, tierra de sus antepasados y de la que se siente "nieto", para venerar la Sábana Santa, "icono" que, según sus palabras, representa a Jesús de Nazaret martirizado pero también el "rostro de cada persona que sufre".

 

Ante el lienzo, que según la tradición envolvió el cadáver de Cristo tras la crucifixión, Francisco permaneció en silencio, absorto en un profundo recogimiento y, tras rezar durante una decena de minutos, se levantó para tocarla.

 

La Sábana Santa, una de las piezas que más controversias suscitan de la Cristiandad debido a las dudas sobre su autenticidad, se encuentra custodiada en la catedral de Turín, ciudad en la que el pontífice permanecerá hasta mañana, lunes.

 

Tras venerar la "Sindone", el papa salió del templo y se dirigió hacia la plaza Vittorio, un enorme espacio abierto al río Po y con las colinas piamontesas de fondo, donde celebró una multitudinaria misa en la que participaron más de 60.000 personas, según los medios.

 

El pontífice, argentino pero de orígenes piamonteses, demostró conocer bien la idiosincrasia de esta región, de la que se considera "nieto", al referirse a la copatrona de la ciudad, Santa María de la Consolación, y al recitar un poema del escritor Nino Costa.

 

El texto, titulado "razza nostrana", habla de la emigración y de las personas que "caminan lento y viajan lejos" y está escrito en dialecto piamontés, si bien Bergoglio lo recitó en italiano.

 

La capital piamontesa es una de las ciudades más industrializadas de Italia y, por esa razón, el papa comenzó su viaje con un acto protagonizado por el ámbito laboral y en el que escuchó el testimonio de una empleada, un agricultor y un empresario.

 

El papa tomó la palabra para criticar nuevamente el sistema económico y alertó de los peligros de repetidos conceptos en su pontificado como la idolatría del dinero, la economía que descarta y la corrupción, "tan extendida que parece una actitud, un comportamiento normal".

 

En esta jornada almorzó en la sede del arzobispado con algunos jóvenes detenidos en el reformatorio "Ferrante Aporti", además de con algunos inmigrantes, sintecho y una familia gitana.

 

El papa prosiguió con su apretada agenda por la tarde, en la que recorrió con el "papamóvil" las calles de la ciudad, abarrotadas de personas.

 

Otro de los objetivos de este viaje pastoral era honrar al santo de los jóvenes y fundador de los salesianos, San Juan Bosco, en el segundo centenario de su nacimiento, y por ello acudió a la basílica salesiana de María Auxiliadora, donde fue recibido por medio millar de miembros de esta orden religiosa.

 

Ante ellos abandonó el texto que llevaba preparado, que se lo entregó al Rector Mayor, el español Ángel Fernández Artime, y optó por improvisar para hablar del vínculo que le une a esta orden, presente hasta en su equipo de fútbol del alma, el San Lorenzo de Almagro, fundado en 1908 por el salesiano argentino Lorenzo Massa.

 

Acto seguido visitó a algunos enfermos y ancianos de un instituto religioso de Turín, ante quienes hizo una vehemente crítica del sistema actual que los descarta y margina.

 

Para concluir la jornada, Bergoglio presidió un acto con los jóvenes en la plaza Vittorio, respondió a las preguntas que les hicieron tres de ellos y les pidió guiar su vida con principios como el "amor, la vida y los amigos" pero siempre "contracorriente".

 

Ante ellos Francisco decidió "arriesgar", porque "el papa a veces también tiene que arriesgar", y les dio un consejo "impopular": "haced el esfuerzo de vivir el amor de modo casto" aunque esto "no sea siempre fácil".

 

Criticó "el mundo hedonista" en el que, según él, vivimos y en el que solo el placer halla publicidad y, por esa razón, llamó a los jóvenes a ser "valientes y creativos" y a saber detectar cuándo esta publicidad "quiere vendernos cristales por diamantes".

 

Este viaje estuvo cargado de guiños a los orígenes piamonteses de Bergoglio y muestra de ello fue la interrupción que hizo en su programa para visitar la iglesia turinesa de Santa Teresa, donde se casaron sus abuelos Giovanni y Rosa en 1907 y donde su padre, Mario, fue bautizado un año después.

 

Unos vínculos familiares que aún persisten y, por esa razón, mañana lunes, en el segundo y último día de visita a Turín, mantendrá un encuentro con algunos parientes pero con carácter "estrictamente privado", según ha puntualizado la Santa Sede. 

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