19 jun 2015 , 03:57

El deterioro del planeta inquieta en lucha contra el hambre, dicen expertos

El deterioro del planeta es un inconveniente contra el hambre y la pobreza.

El grave deterioro del medioambiente denunciado por el papa Francisco en su encíclica antes de la cumbre del clima de París también es un serio inconveniente para la lucha contra el hambre y la pobreza, según sostienen varios expertos.

 

La "revolución cultural" que el pontífice propugna frente a las formas de vida "insostenibles" es otra manera de llamar al cambio que buena parte de la comunidad científica lleva años reclamando.

 

El director general de la Organización de la ONU para la Alimentación y la Agricultura (FAO), Graziano da Silva, expresó hoy en un comunicado su coincidencia con el papa en que es responsabilidad de todos proteger el planeta para las generaciones futuras.

 

"Los problemas de la pobreza y del medio ambiente son de hecho una sola crisis", afirmó Da Silva.

 

Si bien la población con hambre en el mundo se ha reducido a menos de 800 millones de personas, muchas otras han salido de la pobreza y la tecnología ha avanzado a pasos agigantados, desde la FAO reconocen que no puede haber desarrollo sostenible si millones de personas siguen viviendo en la exclusión mientras la Tierra se resiente.

 

El cambio climático, insisten, está impactando en forma de fenómenos meteorológicos más extremos, capaces de destruir cultivos enteros, subidas del nivel del mar y variaciones de temperaturas que pueden alterar el desarrollo de plantas e insectos polinizadores esenciales, lo que afecta igualmente a la producción de alimentos.

 

Según el Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (IFPRI), a pesar del aumento de la población mundial, muchas cosechas disminuirán hasta un 25 % en los próximos 35 años por el cambio climático, debilitando los esfuerzos para acabar con la pobreza y el hambre.

 

La mitigación y la adaptación al cambio climático en los países pobres son dos de los aspectos más sensibles en las arduas negociaciones que buscan reducir la temperatura global a un máximo de dos grados centígrados sobre el nivel preindustrial.

 

Entre los mecanismos para compensar a estos países se halla el llamado Fondo Verde para el Clima, que pretende movilizar 100.000 millones de dólares para 2020, si bien hasta ahora ha reunido solo una décima parte.

 

Esos puntos deberán estar reflejados en el documento que se discutirá en París a finales de año, aseguró a Efe Enrique Maurtua Konstantinidis, copresidente del grupo de trabajo para la mitigación de la plataforma CAN (Red de Acción Climática, formada por unas 900 ONG en cien países).

 

Las partes de la conferencia están trabajando para superar la falta de confianza entre ellas, ralentizando la toma de decisiones, destaca Maurtua, que -no obstante- ve posible alcanzar esta vez un acuerdo.

 

Igual de optimista se muestra Frédéric Gagnon-Lebrun, que dirige el programa de mitigación del cambio climático del Instituto Internacional para el Desarrollo Sostenible (IISD).

 

En declaraciones a Efe opina que el gesto del papa forma parte de un movimiento más amplio de esfuerzos internacionales que ha ido surgiendo en los últimos meses para afrontar el cambio climático, mientras que los grupos que niegan ese fenómeno están "cada vez más marginados".

 

Gagnon-Lebrun pide a los países que sean "más ambiciosos" en sus compromisos y sinteticen en los próximos meses los puntos centrales del documento que están debatiendo para establecer el funcionamiento de un régimen nuevo, dejando los aspectos secundarios para conversaciones posteriores.

 

En caso de fracaso, el investigador estima que surgirán otras iniciativas internacionales o colectivas frente al calentamiento global.

 

Pero hasta ese momento llama a aprovechar al máximo la cita de París, lo que puede ser "el último intento de la comunidad internacional en su conjunto para abordar el cambio climático".

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