06 jul 2018 , 09:43

Óscar y Katty: La historia que no para de repetirse

Loas familiares de la pareja secuestrada y asesinada recuerdan su vida en Santo Domingo

Las palabras “secuestro”, “asesinato”, “cadáveres”, “tortura” se caen de la boca de Zulay Villacís con una naturalidad que asusta y sorprende en partes iguales. Tiene los ojos hinchados, el rostro enrojecido y luce cansada por todo lo que han representado estos últimos días en su vivienda multifamiliar, hecha de ladrillos y techo de palos y zinc, ubicada en una zona popular del norte de la ciudad de Santo Domingo: recibir gente, conversar con periodistas y contar, una y otra vez esta historia que al fin parece tener un cierre. Sin embargo, la cuenta de nuevo. Quizás, de tanto repetirla, ya no siente la dureza de sus propias palabras. 

Zulay, de 39 años, es la mayor de siete hermanos. Óscar Villacís -de 24, secuestrado por el frente Oliver Sinisterra en la frontera norte en abril pasado junto a su novia Katty Velasco- era uno de los menores. Sus cuerpos, descompuestos y violentados, se hallaron en Tumaco, departamento de Nariño, al otro lado de la frontera. Forenses de Colombia dijeron que sí, que ellos eran, que esos cuerpos correspondían a la pareja ecuatoriana secuestrada hace casi tres meses por disidentes de las FARC. Cuenta que a él fue posible reconocerlo por un tatuaje que tenía en uno de sus dedos pulgares.

Oscar y Katty - Familias

Cuando están todos, esa vivienda los congrega: allí va la madre, que ahora se encuentra en Colombia en medio del trámite de repatriación del cuerpo de su hijo; el padre, hospitalizado en este momento por una crisis diabética a causa de todo el shock emocional; van las tías; van Darwin, Tania y Héctor, los hermanos restantes y todos sus hijos. También a Elvia, la hermana fuerte, la que habla, se reúne, reclama respuestas, que también está en Colombia y regresará este viernes, cuando Óscar vuelva al hogar por última vez para su velatorio.

“Eran muy unidos. Por eso a ella le ha afectado tanto. Compartían el cuartito de aquí atrás”, cuenta Zulay, mientras abre la puerta del lugar: un pequeño espacio con paredes de colores, donde hay dos camas con toldo, piso de cemento, una cómoda para ropa, un pequeño escritorio donde un niño parece haber terminado sus tareas no hace mucho rato y posters con corazones pegados en la pared. En ese cuarto, Óscar Villacís vivió antes de mudarse con Katty. En ese cuarto, a su hermana Zulay todo le recuerda al “loco”, como ella le decía.

Oscar y Katty - Familias

Loco, porque hacía chistes. Loco, porque le encantaba correr en su moto. Loco, porque era alegre. Loco, pero cariñoso. “Antes de irse a ese viaje a Esmeraldas, me regaló 20 dólares. Me sorprendió, pero me dijo en una broma que lo tome como los intereses de un préstamo que yo le hice hace tiempo”, cuenta ahora Zulay. “¿Que me iba a imaginar yo que no iba a volver… que me iba a imaginar?. Yo le dije que tenga cuidado, que por allá estaba peligroso, yo le dije”.

“Los pobres para el presidente no somos importantes”, suelta de forma categórica Blanca Bastidas y la secunda Carmen Villacís, tías materna y paterna de Óscar. Ellas también están en la casa para ayudar, conversar con los medios y dar soporte emocional a las hermanas Villacís en estos duros días por venir. Zulay habla del tema habla con una aspereza nueva, que hace sintonía con todo su dolor. Cree que en este caso, el Gobierno Nacional pudo hacer más. Y no lo hizo.

-Él (presidente) dijo que no iba a negociar con el Guacho.
-Ah, pero si se tratara de algún político o alguna familia importante, ¡algo hubiesen hecho!
-Ni por los periodistas hicieron nada. Peor por unas personas comunes y corrientes como nosotros.
-Así es, y con las condolencias de Moreno mi sobrino no va a volver.

Oscar y Katty - Familias

Zulay, Blanca y Carmen se agitan por un momento, se frustran, se enojan y luego quedan en silencio para ver a Elvia por televisión en el noticiero de la tarde, en una imagen que ya muchos hemos presenciado: Elvia, vestida de negro, hablando con los medios desde Colombia, entre lágrimas, pero entera. Elvia, la hermana fuerte, la que soñó que conversaba con su hermano hace pocos días. “¿Y tú para qué vienes a buscarme acá si yo ya estoy muerto?”, le dijo.

José Velasco es el padre de Katty y también ha tenido sueños extraños. Tiene 49 años, pero aparenta muchos más. Podría ser el cansancio emocional de los últimos meses, podría ser también la tristeza de no volver a ver a “su flaca” Vanessa, como le dicen todos en la familia. Esa chica delgada, recién graduada de bachiller en contabilidad y de sonrisa tímida en las fotos, madre jovencísima, la cuarta de siete hermanos, que salió a un paseo con su novio a San Lorenzo, en la costa de Esmeraldas, y no regresó nunca más.

Oscar y Katty - Familias

“Soñé con ella algunas veces: primero, acostada en una cama y luego en un cementerio. Desde ahí ya me quedé inquieto”, cuenta José. Sin embargo, algo lo empujaba a mantener la fe. Extrañamente, todo el silencio en torno al tema que se extendió por largas semanas le daba algo de tranquilidad. “Pensé que si no había noticias, si nadie decía nada, era porque ellos estaban bien, pero me fallaron los instintos”.

En el video que se difundió ampliamante por internet en el que se ve a la pareja  encadenada y resguardada por quienes serían parte del frente Oliver Sisterra, Óscar pide ayuda, suplica que se haga algo, que son padres, que no quieren morir. José recuerda esto y levanta la voz. Este hombre, visiblemente afectado por la pérdida y la tragedia que les acaba de suceder como familia, se muestra enérgico al hablar de todo lo que considera que pudieron hacer las autoridades para salvar la vida de su hija. En esto, ambas familias coinciden. “Nunca quisieron hacer nada. Nada más nos tiraron al vacío. Toda la ayuda recibida durante las últimas semanas ha sido gracias a la presión de las redes sociales”, dice con énfasis.

La Coop. Venceremos, ubicada hacia el sur de Santo Domingo, es el lugar donde vivía Katty y al que se mudó Oscar. En ese barrio silencioso, con diferentes negocios en cada cuadra u algo peligroso por las noches viven dos tías de Óscar, un primo de él y amigo de Katty fue quien los presentó. Todo comenzó de manera inesperada. Se conocieron y, para sorpresa de algunos, al poco tiempo ya estaban compartiendo techo. Era una relación que estaba en sus primeras etapas, y aunque habían salido antes de paseo a zonas cercanas a la ciudad, el viaje a San Lorenzo era el primero que realizaban juntos. 

Oscar y Katty - Familias

En esa casa esquinera, con una sala estrechísima, con pedazos de tela que dividen los ambientes a falta de puertas, que tiene fotos de Katty pegadas sobre la pared, vivieron Óscar, ella, su hermana, su mamá y su hija. En el mismo lugar donde la pareja compartió sus últimas semanas, será el velatorio de la joven.

Su hermana Tania, mayor a Katty por cuatro años, sonríe nerviosamente. Apenas se altera cuando cuenta que a Vanessa le gustaba bailar salsa, bachata y reggaeton, que era alegre, que a menudo salía con alguna ocurrencia y que siempre recordará que era ella quien la llevaba y traía de la escuela cuando era una niña pequeña y vivieron en Guayaquil, la ciudad en la que Katty Vanessa terminó este año sus estudios secundarios y donde vivió por al menos tres períodos. Esta vez, había vuelto a Santo Domingo para asentarse y trabajar.

Su amiga Génesis Zambrano, también de 24 años, fue una de las últimas personas que conversó con Katty antes de su desaparición. A ella le hizo una videollamada, donde pudo ver que estaba en un hotel y donde le contaba muy animada que estaba de viaje con su novio en San Lorenzo y que al día siguiente cruzarían hacia Colombia, para seguir disfrutando del paseo. “Me dijeron que vea el video, y cuando vi que era Vanessa no lo podía creer, si había hablado con ella hace poco. Yo primero escuché que habían secuestrado a una pareja, pero jamás imaginé que eran ellos”, dice la joven, que vive en Guayaquil y que conoce a Vanessa desde que son muy pequeñas.

Oscar y Katty - Familias

Además de los sueños que parecen señales, de la tristeza compartida y de esa sensación de desesperanza, hay algo más en lo que coinciden ambas familias y es que todos hablan de Katty Vanessa y de Óscar en presente, como si ellos estuvieran por llegar en cualquier momento. “Ella es tan divertida”. “Es que el cachetón es un loco”. Quizá lo único que le puede hacer frente a la muerte, es la resistencia de las palabras.

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