20 feb 2015 , 03:35

Trabajar en el ECU 911: un oficio de riesgo

Estos equipos de emergencia tienen en sus manos una gran responsabilidad: salvar vidas.

Las emergencias ocurren a cualquier hora, sin importar el día, ni la fecha y por ello debe existir un equipo de profesionales capacitado para atenderlas. En la capital y varias provincias del país esta gran responsabilidad está en manos de personal del ECU 911

 

Águeda Calero labora en la sala de operaciones de Quito y es una de los 76 evaluadores que se encarga de recibir las llamadas y direccionarlas. “Te expones a oír situaciones a veces críticas, donde encuentras a personas que desesperadamente piensan que uno atrás del teléfono es el salvador de ellos”, comenta. 

 

Calero añade que para poder realizar esta labor se debe mantener la calma siempre: “Porque necesitamos nosotros calmar a la persona para poder ayudar y controlar los nervios y adrenalina con la que la persona se encuentra”.

 

Lea: Sistema ECU911 celebra 3 años con nuevos acuerdos

 

El director de la entidad, Cristian Rivera, explica que por la carga emocional que enfrentan los trabajadores necesitan un soporte tanto médico como psicológico

 

“Dentro de nuestros protocolos, ellos tienen la oportunidad de luego de atender una emergencia de este tipo, hacer diez minutos de descanso, hacer una pausa activa muy específica para poder justamente hacer una descarga emocional adecuada, cambiar un poco el entorno para llegar y nuevamente ponerse el chip y atender la siguiente emergencia de la mejor manera”, explica Rivera. 

 

Una vez receptadas las llamadas, las emergencias son trasladadas a diferentes instituciones que trabajan con el ECU 911. En el caso de un accidente con heridos se comunica inmediatamente a los equipos de salud, uno de ellos es el conformado por Víctor y Cristian. Subidos en una ambulancia cuentan cuáles son los riegos a los que se enfrentan como paramédicos.

 

“A todo tipo de riesgos, desde violencia civil, accidentes de tránsito, contaminación por fluidos, secreciones con los pacientes, el estrés, estamos sometidos a cargas emocionales, psicológicas muy, muy fuertes, desde atender a un niño que en brazos de una madre fallece”, describe Cristian Lozada.

 

Lea: Gobierno y sector privado mejoran seguridad de actividades turísticas

 

Víctor por su parte es el encargado de la conducción de la unidad y comenta lo que se requiere para estar al frente del volante: “Tener los nervios de acero, porque la verdad hay personas bien imprudentes que no dan paso a la ambulancia y toca tener reflejos también”.

 

Lo óptimo es que la ambulancia llegue al lugar de la emergencia en un lapso de 5 a 10 minutos, por lo que se debe alcanzar velocidades de entre 100 a 140 kilómetros por hora. Pero este objetivo no siempre se cumple ya que en el camino se presentan varias dificultades.

 

El trabajo de todo este equipo humano representa sacrificio y también riesgo, pero su desempeño es necesario para poder salvar vidas. 

 

Noticias
Recomendadas