12 feb 2015 , 01:23

Nuestros pensamientos, obstáculos en nuestra paternidad

Nuestros pensamientos pueden convertirse en grandes obstáculos en nuestra labor de padres.

No hemos nacido con un manual de instrucciones que nos enseñe cómo educar y disciplinar a nuestros hijos. De ahí parte nuestra necesidad de educarnos para hacer una mejor labor como padres. Además no podemos comparar el antes con el ahora.  Vivimos en una época de cambios constantes, en donde los niños ya no responden como antes, y donde los retos actualmente son mayores. 

 

Ha aumentado la cantidad de recursos para mejorar nuestra labor, sin embargo, a pesar de las sugerencias que obtenemos de estos recursos, para muchos, el cambio cuesta. ¿Por qué a pesar de las sugerencias y ayudas seguimos cometiendo los mismos errores? 

 

Emociones que dominan

 

Cuando enfrentamos los desafíos del día a día con nuestros hijos son las emociones intensas las que nos desvían del uso de métodos disciplinarios eficientes. Caemos en el mismo error una y otra vez por nuestra incapacidad de manejar nuestras emociones. La culpa, la ira, la ansiedad, pueden ser algunas de las emociones que no nos permiten actuar de manera coherente o congruente al disciplinar a nuestros hijos.

 

 

 

 

Se suele creer que estas emociones están determinadas por las situaciones que experimentamos, por el contario están determinadas por nuestros pensamientos y creencias. Pensemos en el caso de Juan, quien se siente muy enojado cada vez que su hijo le miente. No es el hecho que le mientan lo que detona su enojo, sino  pensar: "Es terrible que mi hijo me mienta, no debería hacerlo. Si ahora me miente, que hará más adelante".  

 

Otro caso es el de Alejandra, quien se siente muy ansiosa al dejar a su hija en el jardín de infantes. Alejandra piensa: “Pobre mi hija ¿Y si le pasa algo? ¿Y si las profesoras no la cuidan como yo? No puedo soportar que mi hija se sienta incómoda". Tanto lo que hagan Juan, como Alejandra, no beneficiará a sus hijos. Juan decide castigar severamente a su hijo y Alejandra regresar a casa con su niña.  Si ambos padres hubieran pensado diferente se hubieran sentido y actuado diferente. 

 

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A medida que crecemos nos hacemos una idea del mundo, de nosotros mismos y de cómo deberían ser las cosas, y así vamos formando diferentes esquemas de pensamientos y creencias que determinarán nuestro accionar y sentir. 

 

 

 

 

Pensamientos que limitan

 

Si nuestros pensamientos se ajustan a la realidad, no nos limitarán, por el contrario, nuestros pensamientos pueden convertirse en grandes obstáculos en nuestra labor de padres y es entonces cuando seguir las sugerencias que nos ofrezcan nos costará. 

 

Regresemos al caso de Juan, quien cree que su niño debe comportarse de la manera en que espera. Una forma más realista de pensar en esta situación sería: "Me gustaría que mi hijo no me mintiera, sin embargo puedo entender que lo haga. Sé que por evitar castigos los niños suelen mentir". Al pensar diferente su intensidad emocional disminuirá y conversará con él para ganar su confianza, en lugar de castigarlo y aumentar las probabilidades de que le mienta en una futura ocasión. 

 

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En el caso de Alejandra, si ella se hubiera dicho a si misma: "Las probabilidades que descuiden a mi hija son casi nulas, estoy dejando a mi niña en un lugar donde trabajan profesionales calificados, en donde su responsabilidad es la de cuidar a los alumnos. Sé que se sentirá triste al separarse de mí, sin embargo son desafíos que deberá aprenderá a sobrellevar". Si Alejandra hubiera pensado así  sus niveles de ansiedad hubieran disminuido y hubiera dejado a la niña en el jardín de infantes. 

 

 

 

 

Cambiemos nuestras creencias

 

Detrás de una emoción intensa, hay una creencia no realista que nos está limitando en la consecución de nuestras metas. Como padre o madre, intenta identificar qué te dices a ti mismo en situaciones de descontrol y luego pregúntate qué tanto se ajusta ese pensamiento a la realidad y qué tan útil es. Una vez que tomes conciencia de tus pensamientos será más fácil ganar autocontrol.

 

Somos nosotros quienes tenemos responsabilidad sobre nuestro estado emocional. Si como padres nos aferramos a creencias limitantes, no podremos seguir sugerencias que beneficien a nuestros hijos. Si cambiamos nuestras creencias podremos convertirnos en padres que guíen, alienten y así convertirnos en un buen ejemplo para ellos.  

 

Karina Bustamante de Huerta

Psicóloga Clínica

Psicoterapeuta TREC y TCC

Entrenadora Certificada de Disciplina Positiva para Padres y Educadores

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