13 jul 2015 , 06:22

Hoy Soy: Ciega Parte 2

Dallyana Passailaigue nos lleva al desenlace de la historia de Tituania, cantante de Vosú.

Ayer conocimos a Elizabeth Tituania, ciega, madre de dos niños y profesional de la música.

 

En su condición tiene que desplazarse durante tres horas y tomar varios trasbordos de vehículos para llegar a su trabajo.

 

Ayer nos quedamos en la mitad de la ruta y hoy, Dayllana Passailaigue, nos lleva al desenlace de esta historia, que nos muestra una distinta perspectiva de la realidad.

 

Ya les conté parte del trayecto que Elizabeth recorre diariamente para llegar a su trabajo. Son 3 horas que incluyen varios trasbordos. Llegamos "cantando" en el metro.

 

Con la práctica se aprende a reconocer las monedas de distintos valores.

 

Ya en el centro histórico, toca caminar 3 cuadras.

 

"Esta es la Venezuela, este camino es hacia el norte. Cuidado aquí hay uno de estos, le decimos nosotros los rompe canillas. Justo estamos al frente de la plaza de a Independencia", refirió nuestra guía. 

 

Elizabeth proyecta felicidad.

 

“¿Feliz, siendo ciega? La gente dice que uno debe ser feliz con lo que tiene, pero es un tema de aceptación y resignación, uno no puede ser faliz al estar incompleto”, expresó.

 

Sin embargo, prefiere no haber visto nunca, que haber perdido la vista.

 

Confieso que es muy confuso, ella se desplaza con facilidad porque lleva 3 años recorriendo el mismo camino, pero en un lugar nuevo, sería distinto.

 

Llegamos a su trabajo. Al conservatorio, Elizabeth canta en el coro Vosú de la Sinfónica Nacional. Es contraalto y dice que este oficio le llena el alma.

 

Nos incorporamos al entrenamiento de expresión corporal, que desarrolla la autoconfianza.

 

Seguimos con la clase de canto, bajo la dirección de Marco Orozco. las personas con discapacidad visual tienen un gran oído y excelente retentiva musical.

 

A la 1 terminamos la clase, salí con mis nuevos amigos que iniciaban su regreso a casa.

 

Para las personas que no pueden ver, desplazarse en la ciudad es difícil, hay muchos obstáculos que sortear, pero sobretodo, son pocas las manos dispuestas a ayudar.

 

“Tu quieres cruzar la calle y las personas no te ayudan, simplemente te quedan viendo o pasan de largo. Esa cultura de ayuda en el país se está perdiendo o nunca ha habido”, expresó Elizabeth. 

 

A ella le esperan otras 3 horas de regreso a casa en un mundo en el que siempre es de noche. No conoce los colores, ni el brillo de las estrellas. Pero si pudiera ver un solo instante, escogería contemplar los rostros de su familia, de sus hijos. 

 

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