30 abr 2014 , 01:47

¿Qué se puede comprar con el nuevo salario mínimo en Venezuela?

En Venezuela, entonces, un mes de salario puede comprar un par de zapatos marca Converse.

Daniel Pardo

BBC Mundo, Caracas

Un almuerzo ejecutivo en el centro de Caracas. O un cartón de huevos y una caja de leche. O un paquete de cigarrillos y cinco cervezas.

Eso es lo que se puede comprar con 141,71 bolívares, que es el nuevo salario mínimo diario anunciado el martes por el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

"Es que no alcanza" o "es que como todo está tan caro" son dos frecuentes frases que se escuchan en las cajas de los supermercados e ilustran la mayor preocupación de los venezolanos por estos días, según las encuestas: la situación económica.

Con la galopante inflación, que rompió un nuevo récord en el mes de marzo al situarse en 59,4% anual, los venezolanos deben arreglárselas para lograr que sus sueldos alcancen para cubrir sus gastos.

Maduro anunció el quinto aumento al salario mínimo en un año de mandato -y el vigesimoquinto en 15 años de "revolución bolivariana"- con el objetivo de aliviar los efectos de la inflación.

El salario ahora es de 4.251 bolívares mensuales, lo que equivale a entre US$675 y US$85 dependiendo de la tasa de cambio que se use: 6,3 o 50 bolívares por dólar respectivamente.

En Venezuela, entonces, un mes de salario puede comprar un par de zapatos marca Converse, dos pasajes de avión nacionales y 98 kilos de pollo al precio regulado.

Los críticos del gobierno ven este nuevo aumento, equivalente al 30%, como una demostración de que el gobierno socialista impuesto por el fallecido Hugo Chávez no ha podido alcanzar las metas de controlar la inflación y los precios.

Pero el gobierno lo ve como una forma de "proteger al pueblo" de una inflación que, según el oficialismo, es "inducida por factores capitalistas de la derecha".

El presidente Maduro anunció el aumento del 30% del salario como una forma para proteger a los trabajadores.

Mientras tanto, la gente hace cuentas: "Hay que arroparse hasta donde las sábanas alcancen", dice Fabiola Moreno, vecina del barrio popular caraqueño de Petare, en referencia a la necesidad de organizarse, de gastar lo que uno tiene y de "vivir con lo que hay a pesar de las dificultades".

¿Alcanza?

Moreno, madre soltera de dos niñas de 10 y 16 años, le dice a BBC Mundo que no cree que el aumento del salario mínimo sea suficiente para pagar la cesta básica.

El estatal Instituto Nacional de Estadística (INE) estima que la canasta básica alimentaria para una familia -compuesta de 50 productos alimenticios- es de 3.730 bolívares.

Y la canasta básica general -que incluye otros productos y servicios- es de aproximadamente el doble, unos 7.460 bolívares, lo que representa 3.209 bolívares más que el nuevo salario mínimo.

Alrededor de 50% de los trabajadores formarles venezolanos recibe el salario mínimo, según cifras divulgadas por Chávez en 2012.

Pero Moreno, que trabaja como empleada de servicio, gana unos 7.000 bolívares, por lo que dice que -si se toman los datos del INE- le puede alcanzar "si me cohíbo yo (…) si yo dejo de comprar zapatos y ropa y sacrificamos las comidas más costosas, como la chuleta y el pescado".

Sin embargo, la mujer de 40 años asegura que la canasta básica "debe ser mucho más alta", algo que corroboran organizaciones independientes como el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-Fvm), que la estimó en 9.986 bolívares en marzo.

Además, los datos del INE son de febrero, por lo que no incluyen los recientes aumentos de precios de algunos productos.

El bolívar ha sido devaluado frente al dólar constantemente en los últimos años.

En efecto, el gobierno informó recientemente el aumento del transporte en un 40% y la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socio-Económicos (Sundde) publicó los nuevos precios del pollo (que subió 129%), del azúcar (96%) y el arroz (32%), entre otros.

Se trata de medidas que el gobierno ha tomado en busca de mantener un equilibrio entre los precios de los productos regulados por el Estado -como los mencionados arriba- y la creciente inflación, que según el oficialismo es producto de la "especulación" de algunos.

De ahí la preocupación de Fabiola Moreno de que con el aumento del salario vuelvan a subir los precios, pues -como dice la teoría económica- cada vez que aumentan el salario mínimo se dispara la inflación.

En ese sentido varias organizaciones de sindicatos habían pedido un aumento del 60% o 70% del salario para poder lidiar con los aumentos de precios.

"Al aumentar el salario mínimo 30% no estás aumentando la disponibilidad de los bienes y servicios 30%, lo que produce un desbalance en la oferta y la demanda que da con este espiral inflacionario que estamos viendo hace años y llegará a niveles muchos más altos e históricos", dice Ángel García Banchs, director de la consultora Econométrica.

Y añade: "Antes, mientras crecía el precio del petróleo, el gobierno podía transferir la renta petrolera a los hogares sin importar que los salarios no tuvieran poder de comprar; pero ahora, como no puede, la gente sí siente el desbalance y nos empieza a creer a los economistas".

 

El día a día

Moreno le cuenta a BBC Mundo que estuvo el lunes en uno de los supermercados estatales Abasto Bicentenario, en Caracas, donde hizo fila por cuatro horas para realizar sus compras.

"Compré cuatro pollos, dos papeles, un cloro, dos aceites, cuatro azúcares, un papel de cocina y dos cafés", dice. "Y me costaron 600 bolos", o bolívares, lo que equivale a US$95 o US$12 dependiendo de la tasa de cambio oficial que se use.

El nuevo salario mínimo anunciado por Maduro el martes será de 141,71 bolívares por jornada diaria, una cifra que lleva a Moreno a reiterar que ve difícil vivir solo con eso o un poco más.

"(En la compras del lunes) no conseguí arroz, ni granos, ni mayonesa; eso (lo que consiguió) no fue sino un piquito ahí, porque mañana tendré que salir a buscar lo otro", asegura.

"Hay que estar constante constante", dice, para explicar aquella rutina cada vez más frecuente entre los venezolanos: pasar de un supermercado a otro, de fila en fila, para encontrar los diferentes productos que no se encuentran en las estanterías de todos los supermercados y que juntos completan la cesta básica de la gente.

 

 

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