Arte
E i n t e l i g e n c i a a r t i f i c i a l
Ir al contenidoEn el fondo, seguramente no engañe a nadie. Pero salta a la vista que la frase despliega unos innegables rasgos de estilo: “En un lugar de la Mancha está en su amada, y había de hacer regidor de tu amo que desde aquí está por el suelo”.
Hace unos meses, la música canadiense Grimes, que acaba de lanzar el álbum Miss Anthropocene, levantó una de esas famosas polvaredas en las redes que, por una vez, dio pie a un interesante debate. En una entrevista radiofónica, la compositora, cuyos nuevos temas juegan con ideas relacionadas con el poshumanismo, afirmó: “Cuando haya una verdadera inteligencia artificial fuerte [es decir, que supere a la inteligencia humana], esta va a ser capaz de crear arte mucho mejor que nosotros... Eso ocurrirá cuando la IA domine totalmente la ciencia y el arte, lo que podría pasar en los próximos 10 años, o más bien probablemente 20 o 30. Siento que estamos ante el final del arte, del arte humano”.
“En realidad a lo que se refiere es a un trabajo humano agregado”. De lo que se trata, efectivamente, es de alimentar a la computadora con datos para que esta pueda establecer patrones estadísticos, que serán más sofisticados cuanta más información posea. Esos datos, claro está, no surgen de la nada, sino que provienen de personas que los han ido recopilando. El hecho de que una inteligencia artificial se abastezca de las aportaciones de muchos no significa en cualquier caso que la obra que produzca vaya a resultar mejor -más profunda o elegante o emocionante- que el trabajo artístico, al menos el excelente, nacido de la compleja inventiva de un ser humano. “Más no significa mejor”, resume Herndon.
El hecho de que la música se vaya creando a la par que el movimiento propicia una simbiosis inédita entre ambas dimensiones. “La relación entre música y danza es distinta, se le da la vuelta. Normalmente un bailarín trabaja con su cuerpo, su mente y sus emociones, pero en nuestros trabajos además puede estar creando a la vez la música y modificando la escenografía o activando un foco”, añade la coreógrafa, que finalmente resume la experiencia con una frase del biólogo chileno Francisco Varela, experto en neurociencias: “El cerebro no está en la mente, sino en todo el cuerpo”.