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Resulta increíble pensar que este río tan contaminado pueda tener un origen cristalino.
Se trata de un lugar mágico que está ahí como un símbolo de la vida que se debe cuidar.
El Machángara es el río que cruza la capital del país. El caudal lamentablemente está contaminado; lo que sorprende es su origen cristalino.
Resulta increíble pensar que este río tan contaminado pueda tener un origen cristalino.
En búsqueda de la cuna del río Machángara un equipo de Ecuavisa se dirigió por el sur de la ciudad hasta el cerro Atacazo.
A solo diez minutos de Quito se observa un paisaje de la serranía donde las actividades tradicionales se conservan.
La temperatura disminuye, el viento sopla con fuerza y Miguel reúne a su rebaño de 400 borregos.
Muy cerca de ahí el equipo llega a una estación de captación de la empresa de agua potable. Carlos, amablemente, ofrece guiar hasta la vertiente desde donde inicia el Machángara.
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No hay camino, hay que abrirse paso entre la tupida vegetación.
El recorrido incluye cruzar un túnel de aproximadamente diez metros; cada vez el suelo es más húmedo.
20 minutos de caminata y finalmente se llega al corazón del Machángara.
Un lugar mágico, desconocido por muchos, pero que está ahí como un símbolo de la vida que se debe cuidar.
Realmente sorprende el agua extremadamente transparente y fría.
Parte del líquido lo capta la empresa municipal para llevarla a lugares cercanos y el resto empieza su incesante descenso hacia la ciudad capital.
Es increíble estar en el origen del Machángara, pero más increíble es que, a solo diez minutos de aquí, el río entre en un estado crítico de contaminación y de muerte.
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