30 mar 2017 , 10:45

¿Podrá el correísmo reconquistar a sus bases en las elecciones de este 2 de abril?

El presidenciable Lenín Moreno necesita recuperar una parte del voto de la clase media.

Cuando el presidente saliente Rafael Correa dice que cierta clase media de Ecuador sufre el "síndrome de doña Florinda" se refiere a los pobres que tras ascender socialmente durante la bonanza económica que acompañó su gobierno, de 10 años, ahora le han dado la espalda.

 

Su sucesor Lenín Moreno necesita recuperar una parte del voto de ese segmento, si quiere ganar la presidencia de la República frente al conservador Guillermo Lasso, en los comicios de este 2 de abril de 2017.

 

Desde que Rafael Correa llegó al poder en 2007 y según las cifras que maneja el Régimen, más de 1,4 millones de ecuatorianos salieron de la pobreza y pasaron a engrosar la clase media gracias a la ingente renta petrolera, que permitió aplicar políticas redistributivas, mejorar el acceso a servicios básicos (como salud o educación) y estimular el mercado laboral. 

 

Eran los tiempos dorados del entonces llamado "milagro ecuatoriano", un boom que a Correa le permitió, por una parte, modernizar el país y, por otra, aumentar sus impresionantes niveles de popularidad, que lo llevaron a ganar con holgura en primera vuelta las dos siguientes presidenciales, la última en 2013, con 57% de los votos.

 

Pero con la abrupta caída de los precios del crudo en 2015, que provocó un grave deterioro económico, y los proyectos de elevar impuestos a las herencias y a la plusvalía, el apoyo al correísmo por parte de esa clase emergente entró en caída libre.

 

"Esa clase media es una de las claves del balotaje. Sectores de profesionales y funcionarios que surgieron por la bonanza y el gasto público, y ahora son los más castigados por la crisis, ven frustrado su aumento o su permanencia y son los primeros que recelan, como pasó en Brasil", explicó a la AFP Simón Pachano, de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

 

Perder lo ganado

En la primera vuelta del pasado 19 de febrero, el exvicepresidente Moreno logró 39,36% de los votos, 17 puntos menos en relación a 2013.

 

Según analistas, una parte de ese voto perdido del correísmo habría ido a Lasso y otra parte se habría diseminado entre la exdiputada Cynthia Viteri, el exalcalde de Quito Paco Moncayo y el joven exasambleista Dalo Bucaram.

 

De los votos de estos tres candidatos, que obtuvieron en primera vuelta el 27% de los sufragios, dependerá en gran parte el resultado de la segunda vuelta.

 

Cristina Ortiz, una funcionaria de 27 años, estaba iniciando su vida laboral cuando llegó al poder Correa, y se benefició de la educación universitaria gratuita y del aumento del aparato estatal para conseguir un empleo en el sector público, estable y mejor remunerado que antes.

 

"En primera vuelta voté por Moncayo (...), pero ahora me decantaré por Lenín. No me parece que después de los avances que se ha logrado en estos años llegue un gobierno cuya primera opción sea botar (echar) a la basura todo lo que se ha hecho, sobre todo por los sectores populares", dijo a la AFP.

 

Años de tensiones

María Mantilla, una secretaria administrativa de 57 años, se decepcionó del correísmo ante el aumento de impuestos y el declive de la situación económica. Su voto por Viteri en el primer turno irá para Lasso en el balotaje.

 

"Le considero una persona preparada y pienso que va a llevar a nuestro país por el camino del bien", afirmó.

 

Para el politólogo Santiago Basabe recuperar a esos descontentos, hartos también de la corrupción y críticos con temas como la libertad de expresión, es muy complicado para Moreno.

 

"La clase media es muy difícil de reconquistar para Moreno porque se generaron muchas tensiones en esos diez años. Los 10 puntos que le faltan los está buscando más bien entre los votantes más populares de los otros candidatos", comentó a la AFP.

 

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