14 jun 2016 , 01:21

Nuevas cortinas de humo

Opinión. Desde el Informe a la Nación, el Gobierno ha desperdiciado sus municiones.

Sorprende que en las últimas semanas el Gobierno haya tenido que ensayar más de una cortina de humo en su afán por mantener la iniciativa en el debate político. Tomando como punto de partida el Informe a la Nación del 24 de mayo, estas tres semanas han resultado demasiado cortas para un régimen que desperdicia sus municiones.

 

Mal síntoma. Desde aquella rendición de cuentas con sabor a despedida anticipada, en la Asamblea Nacional, el Presidente anunció que enviará de nuevo el proyecto de Ley de Herencias y Plusvalía. Si hace un año ese tema levantó una ola de protestas en sectores de clase media, esta vez ha generado menos nerviosismo. Si el Gobierno esperaba avivar la conflictividad social en las calles y victimizarse con esta, la estrategia no ha surtido efecto. Habrá que esperar a la llegada del proyecto de ley, para ver si la presión social se reactiva. Mientras tanto, el Gobierno está por aprobar una ley mucho más cercana a los ciudadanos. Se trata del proyecto que regula la medicina prepagada al que, lastimosamente, la prensa no ha acompañado, a pesar de que las consecuencias que deriven de su aprobación influirán en cientos de miles de personas. A lo mejor, el Gobierno quería hacer que esta ley sea tramitada en absoluto bajo perfil.

 

Una segunda cortina de humo corre por cuenta del manido tema de los paraísos fiscales. El oficialismo se ha tomado tan en serio el discurso casi moralista del Presidente de repudiar por repudiar a la gente que tiene su plata en cuentas off shore, que hasta hay colegas suyos en capilla. Una estrategia hábil: los oficialistas demuestran, 10 años después, su fuerza fiscalizadora, auscultando (habrá que ver hasta dónde) a Álex Bravo, Carlos Pareja y al fiscal Galo Chiriboga, mientras el Primer Mandatario anuncia una consulta popular para el día de las elecciones a fin de que el pueblo rechace en las urnas a los candidatos y funcionarios públicos con cuentas en paraísos fiscales.

 

Sin embargo, la gente, en general y la opinión pública, en particular, han tomado este anuncio con cierto desinterés. Es como si la palabra presidencial se hubiera devaluado o hay otros temas que verdaderamente angustian al país.

 

Este argumento es oportuno a la hora de comprender por qué la prensa gobiernista intenta poner en la conversación pública el tema de los supuestos agentes de la CIA en el Ecuador. Debate anacrónico y sesgado el que los medios gobiernistas buscan sentar en el país. En primer lugar, porque periodísticamente la investigación adolece de un montón de imprecisiones y vacíos. En segundo lugar, porque esos mismos medios, por ejemplo, deberían transparentar las posibles redes de inteligencia bolivariana que existen en el país. ¿Acaso esas injerencias no merecen la misma censura?

 

El presidente hace mal en darle demasiada importancia a los titulares que se publican sobre la CIA. ¿Qué ha sacado? Que EE.UU. emita un potente comunicado en el que, por el contrario, resalte la ayuda que su gobierno ha dado al Ecuador por la tragedia del terremoto, como una muestra reciente de las que las relaciones institucionales entre ambos países son cercanas y estrechas.

 

Mientras el oficialismo insiste en agitar el debate con estos temas ‘menores’, la sociedad ecuatoriana tiene la cabeza en otras cosas: el empleo, el futuro de la dolarización, la carestía y los precios. Y estas recientes cortinas de humo no son la mejor manera de atacar estas angustias más serias.

 

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