29 jun 2018 , 12:13

El plan de la UE por crisis de migrantes fue rechazado

A los 9.222 muertos o desaparecidos en el Mediterráneo desde 2015, según OIM.

La creación voluntaria de centros para migrantes en suelo europeo, una de las propuestas clave del acuerdo cerrado in extremis por los mandatarios de la Unión Europea (UE) para blindarse ante la migración, se topó este viernes con el rechazo de los países a instalarlos en su territorio.

 

"Es demasiado pronto para hablar de un éxito. Hemos logrado llegar a un acuerdo en el Consejo Europeo pero esta es, de hecho, la parte más fácil de la tarea", dijo su presidente, Donald Tusk, al cierre de una cumbre de dos días en Bruselas centrada en la gestión de la migración.

 

Bajo presión de Italia, que cerró recientemente sus puertos a barcos fletados por oenegés con migrantes socorridos en el mar Mediterráneo, sus socios alcanzaron en la madrugada del viernes un acuerdo para proteger las fronteras del bloque y desmotivar a los migrantes que se lanzan en peligrosas travesías.

 

A los 9.222 muertos o desaparecidos en el Mediterráneo desde 2015 hasta el pasado miércoles, según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), se suman tres bebés fallecidos y un centenar de desaparecidos este viernes en el naufragio de un barco de migrantes en las costas de Libia, indicaron supervivientes y guardacostas.

 

En el barrio europeo de Bruselas, horas después de la adopción del acuerdo, las dudas empezaban a emerger sobre cómo implementar el acuerdo que incluye también crear plataformas de desembarco fuera de la UE, una mayor protección de sus fronteras y más cooperación con países de origen y tránsito de los migrantes.

 

Para la responsable de emergencias de Médicos Sin Fronteras (MSF), Karline Kleijer, "los únicos elementos sobre los que parecen haberse puesto de acuerdo los países es el bloqueo de las personas a las puertas de Europa (...) y la diabolización" de las oenegés que socorren migrantes en el mar.

 

Centros y plataformas

 

La crisis del "Aquarius", el barco con migrantes a bordo que atracó en España tras la negativa de Malta y Italia a acogerlo en sus puertos, reabrió la herida de las divisiones sobre migración en la UE, tres años después de la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.

 

Los países mediterráneos exigían más solidaridad a sus socios para repartirse los solicitantes de asilo llegados a sus costas, pero los países de la ex órbita soviética siempre se han mostrado contrarios a ello, incluso cuando se puso en marcha un plan excepcional basado en cuotas entre 2015 y 2017.

 

Estos ganaron la partida. La creación de centros en suelo europeo para diferenciar entre los migrantes que tiene derecho a la protección y aquellos que deben ser devueltos a sus países será de manera voluntaria, así como la acogida de los refugiados presentes en estas estructuras.

 

"La reubicación de los migrantes no podrá hacerse sin el acuerdo previo y el consentimiento de los países", se felicitó el primer ministro húngaro, Viktor Orban, estimando que "Hungría seguirá siendo un país húngaro y no se convertirá en un país de migrantes".

 

Aunque el presidente francés, Emmanuel Macron, dijo que los candidatos a abrir esos centros controlados, una propuesta inicialmente franco-española, debían ser los países de primera llegada, como Italia y España, estos últimos ya han dado a entender que no abrirán estas estructuras en su territorio.

 

Respecto a las plataformas de desembarco de migrantes fuera de la UE, que tendrían funciones similares a la de los centros controlados, algunos países como el balcánico Albania y el norteafricano Marruecos ya han dicho que rechazan albergar estas estructuras.

 

Merkel, Sánchez y los movimientos secundarios

 

El acuerdo sobre migración intentaba contentar tanto al primer ministro italiano, Giuseppe Conte, quien había amenazado con boicotear la cumbre si no se respondía a sus exigencias, como a la canciller alemana, Angela Merkel, bajo presión de sus socios de coalición para controlar la llegada de migrantes a su territorio procedentes desde otros países de la UE.

 

"Italia ya no está sola", celebró de madrugada Conte. Horas después dijo estar satisfecho en un "80%", mientras su ministro de Interior, Matteo Salvini, anunciaba el cierre de sus puertos todo el verano a las oenegés que socorran a migrantes. "Las oenegés verán a Italia en postales", aseguró.

 

Aunque Merkel obtuvo de los 28 un guiño en la declaración final, en la que urgen a adoptar "todas las medidas legislativas y administrativas" para frenar los llamados "movimientos secundarios", la canciller alemana pudo volver a casa con pactos más concretos con Grecia y España bajo el brazo.

 

El gobierno alemán se comprometió a ayudar a estos países, incluso con fondos económicos, a proteger sus fronteras y a gestionar la migración, a cambio de que acojan los migrantes que se registraron en un primer momento en estos países mediterráneos pero que siguieron su ruta hacia la primera economía de la UE.

 

"Mientras no se reforma el Reglamento de Dublín, (...) lo que tenemos que hacer es afinar los instrumentos [de cooperación] que tenemos", dijo el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, para quien el pacto a 28 "no es el mejor de los acuerdos", pero es "un buen acuerdo" vistas las circunstancias.

 

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