16 abr 2014 , 08:29

Más jóvenes asisten al Seminario Mayor impulsados por su vocación sacerdotal

Ellos se alistan para una nueva vida de estudio religioso y entrega a los demás.

Para quienes están en la Iglesia Católica la vocación sacerdotal es una gracia, un don que se descubre con la oración y la fe. El padre Vinicio Urdiales nos dice que el camino para convertirse en sacerdote está lleno de sacrificios, pero también de recompensas.

 

Una lucha contra tentaciones y un acelerado ritmo de vida que atrae a muchos alejándolos de la iglesia.

 

Ser sacerdote no es solo un título o un nombre, es ser un representante de Dios en la tierra. Los forma el Seminario Mayor de Guayaquil, cuyo rector es el padre Urdiales. Ahora mismo, cien jóvenes se alistan para una vida de entrega a los demás.

 

Edwin Aymacaña es uno de esos profesionales que cambió su vida. Lo hizo a los 27 años cuando decidió dejar las aulas donde dictaba clases de inglés para ser alumno de Teología y hoy, 7 años después, es diácono.

 

A través del Seminario Mayor se canalizan diversas actividades para promover el encuentro entre Dios.

 

Otro de los retos que enfrentan los seminaristas es soportar la distancia que los separa de su familia, es esa sensación de soledad. Quizás una de las materias más difíciles que deberán aprobar en su nueva vida.

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